28 de agosto de 2007

El ultimátum de Bourne, de Paul Greengrass

La trilogía termina y promete no volver en al menos veinte años. Y eso a pesar de que Matt Damon es el actor más rentable del mundo. Una fábrica de hacer dinero que resulta tan expresivo como las paredes de la sala del cine, o de la sala de estar [guiño, guiño - Teddy Bautista – guiño, guiño]. Sin embargo, no es problema que Damon no dé la talla como actor en esta la tercera parte de su personaje fetiche (si exceptuamos a Linus en la serie de Ocean), en una película de este tipo uno no va a dejarse sorprender por unos actores que le reciten un monólogo de Shakespeare. Cuando uno se sienta a contemplar “El ultimátum de Bourne”, y tras la machacona publicidad, sabe que se dispone a ver una de acción, con tiros, persecuciones, peleas, velocidad trepidante, etc. Y de todo eso hay mucho y de calidad.

Comentaba con el_situacionista que la última es, sin duda, la mejor de las tres partes de la historia. Un logro nada despreciable si nos ponemos a repasar trilogías que se han ido destrozando con el paso de cada parte (baste con recordar “Matrix” o la indecencia recaudadora de George Lucas con el reciclaje de “La guerra de las Galaxias”, que no de las tres originales, autenticas joyas). La dirección de Paul Greengrass resulta del todo efectiva en una película que se vuelve loca desde su inicio. En la línea de las anteriores, la acción continuada y los cambios de escenarios (no de la calle a un edificio y de un edificio a un salón, sino de un país a otro país) mantienen al espectador alerta, atento a un argumento que se va desgranando poco a poco y que nos conducirá a la posesión más valiosa de Bourne, su verdadera identidad. Desarrollo imprescindible ya que, como en toda buena película de acción, no pueden faltar los giros en un argumento que se complica más y más con el paso de los minutos. Además, claro está, de un buen surtido de persecuciones. En este apartado destacan dos: la que Damon efectúa por los tejados de Tánger en busca de un homólogo que se dispone a asesinar a una buena samaritana, con saltos espectaculares y entradas por la ventana; y a la que someten a Bourne, huyendo en un coche de la policía por las calles de Nueva York, con todo el uso y abuso del freno de mano y el acelerador que el vehículo permite antes de su paso por el chatarrero.

Los actores están dentro de lo que se espera de ellos. Sobre algunos como Damon existen pocas expectativas, sobre otros como Albert Finney siempre se espera algo decente y pocas veces defrauda, aunque su intervención sea tan breve que casi daría lo mismo que hubiese leído directamente del guión. Julia Stiles, personaje rescatado de la primera parte, posa con más o menos fortuna, robándole algunos de los planos a Damon son su cara de indiferencia. Por su parte, el duelo que se vive en la Central de Inteligencia, esto es la casa de los espías, entre David Strathairn (el malo malísimo) y Joan Allen (de profesión espía honrada y decente) es lo más estimulante desde el punto de vista interpretativo. Pero como ya hemos dicho líneas atrás, la película no se debe a su prosa o verso, que por cierto contiene alguna que otra frase más que tópica que desdibuja la credibilidad de los personajes. Amén del esfuerzo que hacen los críticos y algunos espectadores por captar en las situaciones críticas al gobierno de EEUU por su intervención en Irak, cosa que al parecer está de moda: vaya a ver usted “Bratz” y encuentre las críticas ocultas a la política exterior de Bush.

En suma nos encontramos ante una buena película de acción que entretiene tanto y bien que al final de la misma, cuando se supone que deberíamos encontrarnos antes un desenlace sorprendente a la altura de lo visto hasta ese momento, la solución a un misterio que se arrastra dos películas atrás, resulta de lo más soso e intrascendente. Pero ya no importa, el espectador no se preguntará por qué el final es así de aburrido y trivial, han pasado un par de horas entretenidos y para eso pagaron su conexión ADSL y puede que hasta su entrada al cine.

2 comentarios:

  1. De acuerdo contigo, Ottinger en todo lo que dices. Siguiendo una gran película cuyo mayor éxito fue ser el DVD más alquilado en EEUU en su año, se han sacado una buena trilogía. Al menos con esta han acertado en esa manía trilófila que tienen los productores norteamericanos.

    Respecto a las persecuciones, sí, la de Tánger es interesante... pero la de NY es absolutamente imprescincible para los que gusten de ellas. Pocas he visto tan realmente dignas de ver en pantalla grande y con el gordo de mi derecha comiendo palomitas.

    Es la mejor de las tres sin duda. Y no sólo porque esta se desarrolle en Madrid. Lo es porque te dan ganas de apuntarte al CNI ¿ahí se entra por oposición o me tengo que cargar a alguien?

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  2. Parece que esta pieza de relojería (como alguien la llamó) cumple su función de hacernos pasar dos horas de tensión al pie de la letra. Como bien dices la saga de Borne es un plato que resulta más que agradable para aquellos que amamos ir al cine a vivir emociones. Saludos!

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