Novela que describe como ninguna el mundo del juego, no desde el punto de vista de la crítica social sino desde una aproximación al pensamiento absorto del jugador que no puede detenerse ni un momento en un pensamiento. El jugador aparece como un ser simple, cuyas acciones están basadas en un único estímulo, el ruido de la ruleta. Presa de estos sentimientos, no poseen ningún tipo de control y todo lo que se encuentra a su alrededor pasa a un segundo plano aunque casi siempre sea la excusa para la ludopatía que sufre alguno de los personajes.
El retrato psicológico de miedos, deseos, odios, anhelos y rencores que traza la obra se sostiene sobre tres personajes en torno a los que gira la obra: el protagonista Alexei, joven preceptor de la familia del general Ralskolnikov (segundo protagonista) y la tía de este último. Un triangulo en el que el único que no esconde su proximidad al vacío es el personaje más pobre, Alexei. Jugador habitual sin suerte pero con un enorme sentido del honor y perdidamente enamorado de la hijastra del general. Un general que vive muy por encima de sus posibilidades, acumulando deudas y realizando todo tipo de equilibrios mientras espera la muerte de su rica e insoportable tía. Cercana la muerte de la anciana, la troupe se instala en un lujoso balneario centroeuropeo a la espera del telegrama que confirme la muerte y, por tanto, el cambio de situación económica. Un cambio que le permitiría al general casarse con la Sra. Blache, una especie de cazafortunas venida a más y de la que el militar estaba desesperadamente enamorado. Sin embargo, la tragedia ronda las obras Dostoievski (Dostoevski, Dostoyevski o directamente Достое́вский) como las mosca a la miel, y la súbita aparición de la presunta moribunda en el hotel donde se hospeda la familia cambia el rumbo de los acontecimientos.
Acida con los suyos, la tía del general no perdona el comportamiento de su sobrino, que vive por encima de sus posibilidades, persigue a una cazafortunas, acumula deudas… y mientras piensa en cómo fastidiarle pone a su disposición al joven Alexei, con el conecta bien y al que le tenía reservada una pequeña pero importante misión: enseñarle a jugar en las ruletas del casino. Sin duda, la crítica social que Dostoievski realiza en toda la obra, en la que no deja pasar la oportunidad para poner a parir a los propios rusos, a los alemanes (algo menos en este caso) y muy especialmente a los franceses, queda a un lado para conducirnos por el mundo del juego. Trepidante aventura en la que padeceremos las venturas y desventuras de los jugadores en las mesas, los nervios en casa uno de los giros de la ruleta, el dinero cambiando continuamente de mano, la explicación de los sistemas infalibles que nunca terminan de funcionar… Dinámica sencilla la de poner una suma de dinero encima de un numerito y esperar a que la bolita terminase de dar botes por la ruleta hasta detenerse en la fatalidad del destino.
Escrita en un descanso mientras publicaba capítulos de “Crimen y castigo” en una revista literaria rusa, sólo tardó un mes en escribir esta novela corta. Ritmo rápido en la escritura que trasciende en el desarrollo de la narrativa. Hecho al que sumado la temática, nos ofrece como resultado una novela con un ritmo trepidante que, sin embargo, no pasa por alto ningún detalle, acomodando bien la historia, apuntalando los personajes y no precipitando un final idílico sino ofreciendo uno más próximo a sus propias experiencias. “El jugador” no es una novela al uso sino un viaje por uno de los mundos que mejor conocía Dostoievski, el del juego. Se sabe que el autor ruso era un jugador consumado que solía acumular fuertes deudas, hasta el punto de salir de su país por el miedo a las represalias. Quizás por ello, una de las notas más características del relato es la falta de interés a la hora de juzgar la conducta de sus personajes. En las habituales brillantes descripciones a las que nos acostumbra el ruso en sus obras, con las que nos acercamos a la parte más íntima de los pensamientos de los protagonistas, no existe como en esta (puede que sólo en “Crimen y castigo”) una ausencia total del deseo de moralizar o culpabilizar la conducta que los jugadores temerarios tienen. Él los comprende y nos los presenta en todo su esplendor, en los buenos y los malos momentos.
El retrato psicológico de miedos, deseos, odios, anhelos y rencores que traza la obra se sostiene sobre tres personajes en torno a los que gira la obra: el protagonista Alexei, joven preceptor de la familia del general Ralskolnikov (segundo protagonista) y la tía de este último. Un triangulo en el que el único que no esconde su proximidad al vacío es el personaje más pobre, Alexei. Jugador habitual sin suerte pero con un enorme sentido del honor y perdidamente enamorado de la hijastra del general. Un general que vive muy por encima de sus posibilidades, acumulando deudas y realizando todo tipo de equilibrios mientras espera la muerte de su rica e insoportable tía. Cercana la muerte de la anciana, la troupe se instala en un lujoso balneario centroeuropeo a la espera del telegrama que confirme la muerte y, por tanto, el cambio de situación económica. Un cambio que le permitiría al general casarse con la Sra. Blache, una especie de cazafortunas venida a más y de la que el militar estaba desesperadamente enamorado. Sin embargo, la tragedia ronda las obras Dostoievski (Dostoevski, Dostoyevski o directamente Достое́вский) como las mosca a la miel, y la súbita aparición de la presunta moribunda en el hotel donde se hospeda la familia cambia el rumbo de los acontecimientos.
Acida con los suyos, la tía del general no perdona el comportamiento de su sobrino, que vive por encima de sus posibilidades, persigue a una cazafortunas, acumula deudas… y mientras piensa en cómo fastidiarle pone a su disposición al joven Alexei, con el conecta bien y al que le tenía reservada una pequeña pero importante misión: enseñarle a jugar en las ruletas del casino. Sin duda, la crítica social que Dostoievski realiza en toda la obra, en la que no deja pasar la oportunidad para poner a parir a los propios rusos, a los alemanes (algo menos en este caso) y muy especialmente a los franceses, queda a un lado para conducirnos por el mundo del juego. Trepidante aventura en la que padeceremos las venturas y desventuras de los jugadores en las mesas, los nervios en casa uno de los giros de la ruleta, el dinero cambiando continuamente de mano, la explicación de los sistemas infalibles que nunca terminan de funcionar… Dinámica sencilla la de poner una suma de dinero encima de un numerito y esperar a que la bolita terminase de dar botes por la ruleta hasta detenerse en la fatalidad del destino.
Escrita en un descanso mientras publicaba capítulos de “Crimen y castigo” en una revista literaria rusa, sólo tardó un mes en escribir esta novela corta. Ritmo rápido en la escritura que trasciende en el desarrollo de la narrativa. Hecho al que sumado la temática, nos ofrece como resultado una novela con un ritmo trepidante que, sin embargo, no pasa por alto ningún detalle, acomodando bien la historia, apuntalando los personajes y no precipitando un final idílico sino ofreciendo uno más próximo a sus propias experiencias. “El jugador” no es una novela al uso sino un viaje por uno de los mundos que mejor conocía Dostoievski, el del juego. Se sabe que el autor ruso era un jugador consumado que solía acumular fuertes deudas, hasta el punto de salir de su país por el miedo a las represalias. Quizás por ello, una de las notas más características del relato es la falta de interés a la hora de juzgar la conducta de sus personajes. En las habituales brillantes descripciones a las que nos acostumbra el ruso en sus obras, con las que nos acercamos a la parte más íntima de los pensamientos de los protagonistas, no existe como en esta (puede que sólo en “Crimen y castigo”) una ausencia total del deseo de moralizar o culpabilizar la conducta que los jugadores temerarios tienen. Él los comprende y nos los presenta en todo su esplendor, en los buenos y los malos momentos.
Así me gusta. Que destripemos todos juntos los libros que nos han dicho algo. La verdad, si pienso en el Sr. Ottinger con un libro en la mano sólo le veo con "El jugador" o con alguno del gran Salinger. ¡Qué sería de la vida sin los estigmas de cada uno!
ResponderEliminarAl hilo de esta historia recuerdo una novela de Fernando Marías titulada "Esta noche moriré". La novela, policiaca para más señas, relataba el mecanismo de una secta que se dedicaba, desde el comienzo de los siglos, a buscar a artistas importantes, ponerles en situación peligrosa y obligarles a realizar una gran obra para la propia secta que sólo vería la luz un siglo depués de la muerte del artista, con lo que multiplicaba su valor. El artista ruso era uno de los extorsionados y, obviamente, la ruleta tenía mucho que ver.
Dicho esto sólo diré otra cosa... ¡¡¡es un delito que tengamos que leer "El Jugador" en formato bolsillo y editado de esa manera por Editorial Juventud. Reivindico lo simple, esto es, menos libros de Prada y más ediciones bonitas de las buenas novelas.
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ResponderEliminarel_situacionista, además de Salinger y dostoievski habría que sumarle un Unamuno, un par de Whitman...
ResponderEliminarLa edición de El jugador del grupo Seta es mala y te deja, por culpa de esa minúscula letra, vizco. Se merece una mejor edición...
camiseto spam, sí, el blog es muy interesante. Y no, no te vamos a poner un enlace ni nos vamos a comprar una camiseta porque tenemos muchas. Nosotros necesitamos pantalones. Ya es mala suerte que la oferta y la demanda no terminen de encontrarse.