31 de julio de 2012

Cuna de gato, de Kurt Vonnegut


La marea de libros de las estanterías de lo nuevo hace muchas veces olvidar que entre todos aquellos libros abandonados por las editoriales en los cuchitriles que acostumbran a ser las librerías de lo viejo se encuentran grandes obras –y en ocasiones geniales autores enteros- abandonados a su suerte. Vonnegut es uno de esos autores abandonado por las editoriales españolas. El día que lo redescubran habrá alguien que se lleve mucho dinero con las ventas de los libros. Mientras tanto, sólo queda rebuscar intentando hacerse con una copia desvencijada de Cuna de gato, una de las obras cumbre de su bibliografía.

El argumento, como casi todos los de las obras del genial Kurt, es simple: John, un periodista que tras 250.000 cigarrillos y dos ex–esposas quiere ser llamado Jonás, decide emprender una tarea nueva: escribir un libro sobre el fin del mundo. En realidad, lo que Jonás pretende es escribir una historia sobre la vida real de Felix Hoenikker el día en que se lanzó la primera bomba atómica. Lo curioso de esta historia reside en que el tal Felix es el padre de la Bomba. Las indagaciones sobre los sucesos familiares de ese día le llevarán al conocimiento de la existencia de una cosa llamada hielo nueve. Ésta es una nueva sustancia, inventada por el Dr. Hoenikker, que congela cualquier cosa que esté por debajo de 45º.

Con esto sólo nos queda en esta reseña presentarles a otro de los protagonistas de la novela: el bokononismo. Es una religión ideada por Bokonon, falso mesías de una isla caribeña donde reina la dictadura de papi y a donde Jonás se acercará intentando escribir un artículo para una revista. El bokononismo es una religión pretendidamente falsa, cuyos preceptos consisten en una serie de mentiras y rituales, contradictorios entre sí, surgidos de la imaginación de un náufrago. Si alguna vez pensó que Vonnegut era previsible, es que no vio su profundidad.

En Cuna de gato el fin del mundo está cerca. Ya te lo dice Jonás al empezar. Vonnegut tiene ese estilo peculiar a través del cual cuenta las cosas en presente, que es pasado, y sobre el que los acontecimientos no importan. Esta técnica no llega en Cuna de gato al extremo de Galápagos, donde incluso señalaba con un asterisco al final del nombre a todos los personajes que fallecerían a lo largo de la historia. En el estilo de Vonnegut* también había otra constante: ningún personaje, ninguna persona, es insustancial a la historia. Todos tienen una historia detrás de él que le hacen ser como es y que provoca que tengan tanta importancia como los personajes. Es una opción ética de Kurt* constante en cada línea.

Vonnegut* se empeña por mostrarnos el cinismo del mundo moderno. El hecho de que en esta historia cuente con un arma militar –el hielo nueve- y una religión inventada por él –el bokononismo- le permiten jugar con los hilos que sostienen nuestras realidades. No importa cuánto traiga Ud. en su mochila, disponga a arrojarlo por la borda y comencemos una carrera nueva, ya que la vida, para el amigo Kurt* era sólo una pequeña ironía donde lo importante era amar y ser amado, y no el competir, luchar, herir o pasar desapercibido.

El humor absurdo, otra constante en sus libros, también nos acompaña en Cuna de Gato. Desde el dialecto de la isla caribeña, que se trata del inglés, pero con un acento raro –divertidísimo ga-a-a-nchuh- hasta la constatación de que todo esto -la vida, la suerte, la novela- es sólo una broma infinita de dios contra nosotros. O quizás fuéramos nosotros los bromistas de un dios sin sentido del humor.

Mire mis manos. ¿Ve la cuna? ¿Ve el gato? Pues eso.