28 de enero de 2008

Juno, de Jason Reitman

Que “Juno” se anunciese como la “La pequeña Miss Sunshine” de este año no me parecía ni mucho menos una virtud. Nunca encontré la gracia ni la genialidad a la película de Jonathan Dayton y Valerie Faris, por lo que decidí pasar de la promoción que insiste en proclamar lo independiente de una cinta que está producida por la FOX y lo crítica con la sociedad estadounidense que se muestra, cómo si fuese una novedad que en el cine Made in Hollywod se riesen de su arquetípica sociedad.

Al margen de estas primeras consideraciones, y centrados en el argumento, “Juno” cuenta la historia de una chica de dieciséis años que, tras tres tests de embarazo, se da cuenta, inevitablemente, de que está en estado de buena esperanza. El chico que le ha pegado la mayor enfermedad de transmisión sexual conocida, también llamada vida (mini homenaje para Allen), no es otro que el típico pringadete de película de instituto. En realidad toda la película lo es. Una serie de tópicos de las comedias adolescentes estúpidas y que la crítica desprecia hasta el hartazgo, a la que se la ha quitado los chistes fáciles y colocado el habitual reparto de chicos y chicas raros de cojones, con amiga calentorra persigueprofesores incluida y situaciones extrañas por doquier. Una protagonista, Juno, que es la típica chica resuelta y ágil de lengua, sensible y perdida, que encuentra en su presunta madurez la respuesta a las cosas que le tocan vivir. Diálogos de adultos pero desestructurados y con las habituales salidas de tono para darles un aire juvenil e independiente. Debe ser que si escribes las frases de tus personajes con un volcado de cuatro o cinco ideas y los haces actuar como si se encontrasen en medio de un ataque de afasia ganas un punto en la nota de la crítica.

Después de mencionar a los amigos raros, y siguiendo con la colección de tópicos que “Juno” explora, no podía faltar el padre raro que resulta ser un gran conocedor de la filosofía vital de la comida basura (a problemas complejos, soluciones de mierda) y una madrastra obsesionada con los perros y que odia a Juno por ser alérgica a los animalillos, pero, qué duda cabe, terminará siendo la mejor persona del mundo mundial en la ayuda a su hijastra. Así, en el recuento, tenemos a los amigos y padres raros, faltando sólo un matrimonio raro. Incapaz de seguir su primer instinto, el aborto, Juno confiesa el embarazo a sus padres y decide buscar una pajera para que adopte al bebe. Ésta no es otra que la formada por una dominatrix con vocación maternal y un tipo sensible al que la paternidad asfixia más que una boa constrictor, un espíritu libre que no tardará en entrar en sintonía con la joven en una serie de situaciones que hemos visto tantas veces que se podían haber ahorrado los prolegómenos.

Configuradas las líneas fundamentales de la película no sería justo decir que se trata de una mala película, a pesar de lo que pueda parecer por mis primeros comentarios. No obstante, y alejado del beneplácito del que parece acompañarse, lo cierto es que “Juno” no es una película excepcional, claro que si han nominado al petardete de “Michael Clayton por qué no nominar a esta. Son demasiadas las situaciones que recuerdan a otras muchas. En realidad se trata de toda una estructura armada para parecer una película independiente o indie (no son sinónimos) y que no abandona, ni un solo instante, los raíles del más puro cine comercial y que se revela en todo su esplendor en un final que firmaría cualquier telefilme de mediodía. Si le quitamos la caspa de los trucos que se emplean para gustar a las abotargadas elites del cine, colándose en las alfombra roja de la mayoría de premios de este año, tenemos una película simplona que cumple lo que promete, aunque aburre un poco en el intrascendente dilema que se supone va a resolver la protagonista hacia la mitad de la película. Salvados los escollos y acompañados por una música y una estética extraordinariamente elegida para el circo de tres pista que Reitman monta, tendrá la virtud de mostrarnos ciertas caras “B” en las opiniones de la sociedad estadounidense respecto al embarazo adolescente, como la hipocresía de una madrastra que sugiere el aborto sin llamarlo por su nombre, se limita a mencionarlo como "la alternativa"".

Jason Reitman, el director de algunas películas con cierto peso en la crítica, como “Gracias por fumar”, ha venido perfeccionando su técnica para adecuarla al punto de cinismo ácido que tanto le gusta a los amantes de la sátira. Poco más se puede decir de este director irregular y que carece, al menos de momento, de la técnica (lo suyo no es talento, es técnica) suficiente para mantener sus películas en el nivel adecuado a lo largo de todo el metraje. Eso sí, sabe como buscar la sonrisa y la lagrimita en los finales emotivos, y no se le da mal dirigir a unos actores entre los que destaca, no podía ser de otra manera, Ellen Page, que interpreta a la protagonista y que se calza un personaje bien escrito por Diablo Cody y con la que sería imposible no llevarse bien. El chico o padre biológico accidental, Michael Cera, tiene una cara de empanado sólo superada por uno de sus amigos raros, Steven Christopher Parker, todo un maestro de las películas de instituto. Respecto al resto del reparto, destacan por encima de todos Allison Janney (alias C.J. Cregg) y Jennifer Garner, mucho mejor profesional que su marido, uno de los peores actores del mundo.

Muchos han criticado (y criticarán) que una de las películas del año sea esta, que trata de un tema como el embarazo adolescente y la hipocresía que circunscribe a una sociedad más que explorada en un sin fin de cintas anteriores. Se achaca la incapacidad del cine estadounidense a la hora de realizar una película decente sobre la guerra de Irak a pesar de las cintas que se han estrenado esta temporada. Sin embargo, diremos en su defensa, que Hollywood (y el Hollywood independiente) tiene la obsesiva manía de hurgar en los complejos desde el punto de vista cinematográfico. Por lo que lo único que sorprende es que esa capacidad crítica no se traslada a hechos mucho más relevantes y en los que el cine debería entrar más de lleno.

3 comentarios:

  1. No la he visto, pero me parece un analisis demasiado racionalizado.
    Para mi el cine teenager tiene que verse con "ojos teen". Uno no puede medir del mismo modo Porkys y la chaqueta metalica, aunque en el fondo toquen temas fronterizos (el paso a una amarga madurez).
    Sencillamente no se puede.
    Por eso me gusto tanto Superbad, con Michael Cera también.
    Bajo todos los chistes zafios, situaciones alocadas, improbables relaciones con bellezas púberes, de lo que se hablaba era del fin de una amistad, y de un verano de inocencia.
    En muchos aspectos, de un modo mucho mas sutil que en American Graffiti.

    ResponderEliminar
  2. no la he visto, pero creo que el cine indie ya no existe, como ya no existe el concepto independiente, en casi ningun arte, es más una moda para modernos gafapastas, pseudo intelectuales

    ResponderEliminar
  3. mycroft, lo malo es que no se vende como cine teenager... hombre, comparar "Porkys" con "La chaqueta metálica" es mucho comparar.

    hôichi, suscribo lo que has dicho, con puntos y comas.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.