Tras el receso o postergación de las “Las benévolas”, el verano dará buena cuenta de esta novela, decidí revisar mi lista de libros pendientes y en el primer lugar figuraba este regalo (con recomendación incluida) de eva. “El porqué de las cosas” de Quim Monzó es una colección de relatos cortos de diversa temática. Desde la revisión de un cuento de hadas como el de la Cenicienta, con un final un tanto perverso, hasta la historia de un hombre que lo pierde todo progresivamente, sin dejar pasar la oportunidad de condenar a distintos amantes, desfigurar los gestos más humanos de las personas... todo ello dentro de un afán descriptivo de la conducta humana en sus expresiones más caricaturizadas. Sin conceder una tregua al lector, al que hace participe y cómplice de sus historias, busca, como en todo buen relato corto, el interés en la espera de un final que se muestre sorprendente. Y lo logra. Aunque si bien es cierto que no todos los relatos obtienen la misma entrega, mantiene un nivel bastante alto en el conjunto.
No puedo decir que Monzó llegue a las cotas de dominio del relato corto que posee nuestro idolatrado Salinger. Sería mucho decir para un fan de los “Nueve cuentos” decir que estas historias cortas están escritas con una maestría poco acostumbrada. Pero lo cierto es que Monzó conoce la técnica, y al contrario que la mayoría de los escritores que se ven asolados por el éxito comercial, posee el talento sufriente para que su ego no le haga perder de vista lo que realmente quiere contar con sus relatos. Sin complejos, demuestra un desarrolladísimo sentido del humor (o de la vida), pues muchos no asociarán los extraños finales de muchas de sus historias con el humor. Sin embargo, ¿qué es la vida para un escritor además de un hecho interpretativo? Pues él la interpreta con un pérfido y casi morboso sentido del humor. Proyectando un realismo hiperbárico en un intento de no dibujar un final feliz por el mero hecho de hacer feliz al lector. Si la vida es extraña en sus circunstancias y, frecuentemente, la realidad supera la ficción, por qué debería su ficción alejarse tanto de su realidad.
Quizás peca, en la recopilación que se presenta, de cierta dosis de artificiosidad. Presentar situaciones demasiado rebuscadas para mostrar determinados defectos de la conducta humana y mezclarlas con la más pura cotidianidad puede despistar un poco al lector. Es en las historias sencillas en las que más puede enseñar. No es necesario, en ningún caso, recurrir a un papel extraordinariamente brillante para envolver un buen regalo, basta un papel de periódico.
Si nunca han leído nada de este escritor y siente curiosidad, empiecen con este libro, tendrán ganas de seguir descubriendo su sentido del humor.
No puedo decir que Monzó llegue a las cotas de dominio del relato corto que posee nuestro idolatrado Salinger. Sería mucho decir para un fan de los “Nueve cuentos” decir que estas historias cortas están escritas con una maestría poco acostumbrada. Pero lo cierto es que Monzó conoce la técnica, y al contrario que la mayoría de los escritores que se ven asolados por el éxito comercial, posee el talento sufriente para que su ego no le haga perder de vista lo que realmente quiere contar con sus relatos. Sin complejos, demuestra un desarrolladísimo sentido del humor (o de la vida), pues muchos no asociarán los extraños finales de muchas de sus historias con el humor. Sin embargo, ¿qué es la vida para un escritor además de un hecho interpretativo? Pues él la interpreta con un pérfido y casi morboso sentido del humor. Proyectando un realismo hiperbárico en un intento de no dibujar un final feliz por el mero hecho de hacer feliz al lector. Si la vida es extraña en sus circunstancias y, frecuentemente, la realidad supera la ficción, por qué debería su ficción alejarse tanto de su realidad.
Quizás peca, en la recopilación que se presenta, de cierta dosis de artificiosidad. Presentar situaciones demasiado rebuscadas para mostrar determinados defectos de la conducta humana y mezclarlas con la más pura cotidianidad puede despistar un poco al lector. Es en las historias sencillas en las que más puede enseñar. No es necesario, en ningún caso, recurrir a un papel extraordinariamente brillante para envolver un buen regalo, basta un papel de periódico.
Si nunca han leído nada de este escritor y siente curiosidad, empiecen con este libro, tendrán ganas de seguir descubriendo su sentido del humor.
Un comentario, Ottinger.
ResponderEliminarHace demasiado tiempo que trato de sentarme a leer a Monzó. No me preguntes por qué, siempre se acaba retrasando nuestro encuentro. Quizás el préstamo interdestripador me ayude por fin. Desde luego lo pintas bueno. Y la regaladora acostumbra a no fallar.
Me alegro de que te gustara. A mí me parece que el sentido del humor de Monzó es digno de ser disfrutado. Estoy segura de que el situacionista lo va a disfrutar también.
ResponderEliminarsituacionista en la próxima reunión conspirativa consumaremos el préstamo interdestripador.
ResponderEliminareva, agradecido y emocionado...