31 de diciembre de 2008

Los libros de 2008

Lo quiso así el destino y nos sentó en la misma mesa –o deberíamos decir barra- a mi librero, a J. D. Salinger y a mí mismo. Los tres sentados y discutiendo justo el día en que Salinger cumple 90 años. Números redondos. Y justo el día en que un editor anónimo nos deja un comentario en la magnífica entrada sobre un cuento de Salinger que en verano nos regaló Ottinger en este mismo blog. Quiso la casualidad también que el amable editor comentarista y anónimo nos preguntara la manera de contactar con el genial escritor norteamericano para materializar una futura edición en castellano de sus libros. Un gran reto este, sin duda, pues es bien sabido que Salinger no concede entrevistas desde 1980 y que su última publicación data de 1965. Eso sí. Que no publique no significa que no tenga blog. Incluso cabe la posibilidad de que escriba a diario sin, además, necesitar blog ni comentarios agudos de nicks raros o evidentes. Sea como sea, y esto lo sabemos porque Salinger mismo lo dijo en su día, la obra del autor norteamericano sigue creciendo a diario pues no ha parado de escribir. Su trabajo está profundamente bien editado y delimitado. Sobre la mesa de trabajo descansan dos pilas de cuadernos, unos azules y otros rojos. La clasificación por colores corresponde a aquellos textos que habrán ser quemados el día de su muerte y aquéllos que podrán ser publicados cuando él ya no esté entre nosotros.

Como es de mala educación desearle la muerte a alguien, y más cuando nos ha regalado grandes momentos con su trabajo –aunque lo consideremos escaso-, habrá que conformarse con lo que sí se puede leer y editar. Así se ha hecho esta entrada, buscando los libros editados en 2008 –año que se nos va para siempre-, que quisimos haber leído nada más salir al mercado pero que, por unas cosas o por otras, no se han podido leer. He buscado y rebuscado en la biblia un número mágico que me sirviera para hacer un Top X, pero al final me he quedado con la originalidad de proponerles un libro para cada mes del año 2009 –el que viene, apúrense.

Enero. Entre Mareas de Joseph Conrad.

Este libro fue editado justo en Enero de 2008 por una editorial de muy buen gusto, El Olivo Azul. En este libro se incluyen cuatro relatos o novelas cortas –nunca he sabido bien distinguirlo- en el que podemos disfrutar del genial autor. No merece la pena gastar mucha tinta en alabanzas a quien fue capaz de escribir El corazón de las tinieblas, pero por si acaso nunca han leído algo de él, abaláncense sobre este precioso libro del que otros hablan maravillas.

Febrero. Misa Negra. La religión apocalíptica y la muerte de la utopía de John Gray.

Este libro llevaba todo el año dando que hablar por los países de lengua inglesa y justo a finales de 2008 ha sido editado por Paidos. Tras haber leído Las dos caras del liberalismo y Al-Qaeda y lo que significa ser moderno puedo decir que Gray es un tipo al que uno gusta de llevar la contraria pero que bien podría estar en nuestro bando. Sus argumentos son siempre demoledores para nuestra conciencia humana moderna y, salvando que muchas veces no nos convenza de sus pensamientos, se discute muy amigablemente con él de cualquier cosa. En esta ocasión Gray mete sus zarpas en la línea de flotación de los científicos laicos o ateos por encontrar sospechosas similitudes entre sus argumentos y las estructuras de razonamiento religioso que ellos mismos han defenestrado. He buscado blogs en castellano que reseñaran la obra, pero parece ser que ninguno de quienes lo critican han abierto una página. Promete.

Marzo. Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones de Raoul Vaneigem.

Paseando en unas vacaciones por la orilla del Sena contraria a Notre Dame en París, rebusqué entre varios libros antiguos en el único puesto al que me había acercado. Allí, esperándome con infinita paciencia, estaba el único ejemplar de la segunda obra del situacionismo: Traité de savoir-vivre à l’usage des jeunes générations, escrito en 1967 por este autor belga. Ha sido reeditado en castellano por la celebración del aniversario de Mayo del 68 –y alguien me lo regaló ya, con lo que lo tengo obsesivamente repetido. El documento resultará imprescindible para conocernos a nosotros mismos como individuos y como sociedad. Ahí es nada.

Abril. El eco de los pasos, de Joan García Oliver.

Cuando el gran Alberto García-Alix se decidió a investigar la figura del anarquista madrileño Felipe Sandoval animado por la descripción que de él hacía Oliver en su obra, alguien debió de ser muy listo en la editorial Planeta y propuso recuperarla. Esta obra actúa a modo de memoria del gran líder del anarquismo barcelonés, miembro del gobierno de la República en mitad de la Guerra Civil y compañero de Durruti. No tiene que tener ningún desperdicio aunque, como en todas las memorias políticas, toda coincidencia entre los hechos narrados y la realidad pueda ser fruto de la casualidad. Por cierto, no dejen de ver el documental de García Alix sobre Felipe Sandoval si tienen oportunidad. Imprescindible.

Mayo. En el café de la juventud perdida, de Patrick Modiano.

¿Una novela con personajes que pertenecen a la Internacional Situacionista? ¿Qué habla de los sucesos del Mayo del 68 tergiversándolos al tiempo que dice unas cuantas verdades? ¿Necesitan algo más para empezar a leer?

Junio. Fiebre en las gradas de Nick Hornby.

Bueno, exactamente esta novela sí la he leído. Y exactamente novedad, tampoco es, pues lo que ocurre es que estaba descatalogada y ahora está siendo, como toda la obra de Hornby, recuperada por Anagrama. Para los amantes del fútbol, que verán en Junio cómo se acaban los partidos y cómo no hay Eurocopa ni Mundial, será un gran descubrimiento y un divertimento con el que llegar a la nueva temporada sin haber perdido la forma. Para quien no les guste el fútbol… siempre quedará Julio.

Julio. Sobre lo nuevo. Ensayo de una economía cultural, de Boris Groys.

Esta ha sido la primera de las dos novedades que en 2008 ha publicado la editorial Pre-Textos del autor Boris Groys. La segunda tiene el sugerente título de Obra de arte total. Stalin. Un profundo análisis de la realidad dominante hoy día que no nos va a dejar de una pieza. Ideal para esos días en que la mitad de los compañeros de oficina se han ido de vacaciones. Y de aperitivo pueden leer una entrevista reciente.

Agosto. Andanzas de Joe Speedboat contadas por el luchador de un solo brazo, de Tommy Wieringa.

Con este título ya nos dan ganas de abrir el libro. Cuando además leemos que se trata de una historia contada por un chaval de 15 años que sólo puede mover el brazo izquierdo y con un tétrico sentido el humor, no queda más remedio que rendirse.

Septiembre. Cómo hablar de los libros que no se han leído, de Pierre Bayard.

¿Se puede tener algo más pretencioso que el título de este libro? Sí, se puede escribir una entrada como esta. Pues lo dicho. Para aprender a hacer reseñas en sus blogs, no se lo pueden perder.

Octubre. Los relatos del Padre Brown, de G. K. Chesterton.

El genial autor inglés que nos vuelve locos con sus crímenes y sus criminales tuvo el acierto de crear al personaje del Padre Brown. Por fin todos los relatos los han unido en un solo libro que, si bien tiene un precio elevado, hay que fijarse lo que nos ahorraríamos si nos compráramos toda la serie del Padre Brown una a una. Y les aseguro que lo comprarían con que sólo leyeran uno de los relatos. Obra maestra.

Noviembre. La enciclopedia de los muertos, de Danilo Kis.

Ya que estamos tratando de evitar cualquier referencia a libros antibelicistas este año, déjenme expresarles otra de mis obsesiones: la literatura balcánica. Aquí, Danilo Kis fue uno de los más grandes que quizás no recogió toda la gloria internacional que merecía por su temprana muerte. La nueva edición de esta obra nos permitirá conocer mejor cómo se ve la vida desde una península situada en Europa.

Diciembre. Mil cretinos, de Quim Monzó.

Libro de cuentos de Monzó. Uno más, diría el que no sabe de lo que habla. Sin embargo la genialidad del autor de El mejor de los mundos o El porqué de las cosas nos permite apostar a ganador con este libro editado originalmente en catalán pero publicado en castellano durante el extinto 2008.

27 de diciembre de 2008

Mercy, de The Felice Brothers



Con mis mejores deseos de paz, os deseo unas felices fiestas y un próspero año nuevo.
La canción corresponde a The Felice Brothers...
Porque necesitamos más "Mercy"

18 de diciembre de 2008

¿Por qué haces esto?, de Jason

Lo negro está de moda. No, no nos referimos a la victoria de Obama –que está por ver que vaya a hacer algo- sino a la novela policíaca. La novela negra. Una muerte es un hecho sobre el que puede girar la mejor y la peor de las historias. Da la posibilidad al autor de reflexionar sobre la vida de sus personajes, sobre las diferentes maneras de vivir y sobre el hecho mismo de la muerte. Un espejo frágil que separa ambos estados facilita la reflexión. Sin embargo, el hecho mismo de quitar la vida a alguien, de eliminar con un solo y terrible acto todas las esperanzas, ilusiones, planes y problemas de una persona, eliminar los planes de tantas y tantas personas para con esa víctima, permite reflexionar también sobre la capacidad del ser humano para crear y destruir el mundo en el que vive.

Un asesinato es, por tanto, un buen motivo para una novela. Sobre él giran tantas y tantas cuestiones que posibilita casi cualquier reflexión y mensaje. Grandes autores de la literatura occidental dejaron una huella imborrable con novelas negras. Los asesinatos y terribles crímenes fueron la excusa para la crítica social y moral de su tiempo. Raymond Chandler, con su detective duro y malhablado, G. K. Chesterton, son sus personajes al margen de la sociedad victoriana, Edgar Allan Poe, con sus relatos llenos de misterio. Nombres que todo el mundo conoce o debería conocer pues, en su ámbito, nos llenaron los cerebelos de balas traicioneras, jeroglíficos imposibles de resolver y deducciones lógicas que jamás parecerían racionales a ojos del sheriff del condado.

Como buen plagiador de estilos, el cine tomó las ideas de la novela y las transformó en un lenguaje propio lleno de imágenes sugerentes y de silencios interpretativos. El cómic, mezcla de ambas artes, pero independiente a todas luces, no podía faltar en la división del género negro. Aquí se instala con fuerza ¿Por qué haces esto?, del noruego Jason (Astiberri).

La historia del asesinato de Claude a manos de un extraño desconocido hace que, sin apenas esperarlo y sin dar tregua al lector, la acción pase de cero a cien en apenas un par de viñetas. Jason nos cuenta una historia que apenas daría para un capítulo de cualquier serie televisiva. Sin embargo es el cómo lo cuenta lo que hace que se disfrute tanto y que den ganas de precipitarse otra vez en ella nada más terminar la última página. Hay que estar atento a cada cuadrado, a cada bocadillo que sale de los personajes, a cada mirada, si no queremos perdernos un momento determinante del relato.

Delicado. Ese podría ser el calificativo del estilo de Jason. Sus personajes, antropomórficos, apenas expresan emociones con el rostro y son dibujados de manera férrea. Casi cuesta distinguir a los personajes de una misma raza, apenas distinguibles por sus ropas o por una perilla o “corte de pelo” particular. Tal escueto estilo invita a contemplar el resto de la viñeta. Los fondos, de líneas claras y definidas. Austeridad ante todo, no abundan los personajes en segundas acciones y, por lo tanto, cada objeto o persona dibujada adquiere una importancia y llama la atención del lector.

El estilo narrativo de Jason no se basa por tanto en la expresividad de los personajes. Tampoco en los diálogos, certeros y reales, sino en los silencios. Jason domina muy bien los silencios de cada viñeta y el lector puede ser capaz de interpretar cada emoción sentida por los personajes, cada tensión labrada. Nos demuestra que no es necesario hacer un alarde de fantasía y sofisticación para hacernos vibrar en la silla con una simple persecución callejera y que, muchas veces, basta con una simple onomatopeya para hacernos partícipes de tanta tragedia.

Es en definitiva un gran cómic, una gran novela de género negro –con una fascinante portada-, que podría ocupar un gran lugar entre todas esas novelas de disparos que solemos acumular en nuestras estanterías. Estos son los principios de Jason. Y si no le gustan, lo lamentamos, no estaban en venta.

7 de diciembre de 2008

La ola, de Dennis Gansel

Un profesor, al que Gansel presenta tremendamente estereotipado, haciendo de rebelde con camiseta de los Ramones incluida, tiene que dar en clase un tema polémico, la autocracia. Nada del otro mundo si no se tratase de un instituto alemán. Esta es la carta de presentación de esta película psuedoindependiente, cada vez es más difícil saber qué es el cine independiente, que trata de realizar una radiografía de la juventud alemana en su vertiente política dando respuesta a una pregunta: ¿es capaz la juventud alemana de repetir el nazismo?

En principio no deja de ser la típica película de instituto de jóvenes poco esperanzados a los que un profesor molón motivará, tal y como ya hiciera Sidney Poitier en “Rebelión en las aulas”, el videoclip con duración de película de Michelle PfeifferMentes peligrosas”, o la musical “Los niños del coro”. Un grupo de alumnos un tanto egoístas, macarrillas, poco motivados y con las ideas confusas, son sometidos a una clase de política en la que se simula el nacimiento de una dictadura.

Al guión no le falta valentía a la hora de lanzar su particular visión del mundo y de los condicionantes a la hora de surgir una dictadura. Si hacemos una concienzuda revisión de la academia encontraremos condicionantes distintos a los mencionados en la película, o puntos de vista muy diversos. Pero no importa, el guión está tan bien estructurado y secuenciado que el totalitarismo va floreciendo inevitablemente. La disciplina, el descubrimiento de la identidad de grupo, la propaganda, la protección de los miembros frente al exterior, un cuerpo de seguridad, etc. todas y cada una de las fases del nacimiento, consolidación y expansión de un grupo totalitario realizado sutilmente. Supone, no cabe duda, un clarísimo ejemplo de cómo, sin necesidad de un fuerte liderazgo, el grupo por sí sólo es capaz de autoalimentarse hasta dar con el más puro fascismo.

Dennis Gansel ya nos sorprendió con la solvente “Napola” que versaba, efectivamente, sobre una Napola, esto es, las escuelas que los nazis pusieron en funcionamiento para la formación de sus jóvenes. Recurrente, por tanto, en la temática, con “La ola” intenta llevar a esos mismos jóvenes, sesenta años después, para someterlos a la misma cuestión, cómo se crea un totalitarismo. Basado en la novela de Todd Strasser, Gansel dibuja esta fábula perfectamente secuenciada en la que los paralelismos con la historia alemana y el nacimiento del nazismo son de notable mérito. Sin bien es cierto que muchos de los detalles pueden no ser del conocimiento del gran público, baste con mirar en la Wikipedia para encajar la secuencia perfecta que llevó a Hitler de unos pocos locos a un país entregado a su causa.

La ola” es una película brillante que expone una realidad sin necesidad de grandes artificios. El gran mérito de esta cinta no es presentar la constitución de un grupo totalitario en la Alemania nazi, sino presentar a un grupo de lo más heterogéneo, en el que se mezclan nacionales con inmigrantes, personas de distintas clases sociales o con muy diversos intereses. Jóvenes desmotivados y perdidos que encuentra, en la ruptura del ideal liberal del individuo y la pertenencia al grupo, un objetivo a su existencia. Nada que no haya sucedido con anterioridad y nada que no pueda volver a suceder. Y es que el director no trata de llevar la película a extremos lejanos de los que es difícil volver o verle el sentido. La sencillez del proceso es la nota más llamativa de esta película. Resulta todo tan sencillo que podría llegar a asustar.

Más que recomendable este ejercicio de simulación en el que cada paso está calculado con gran inteligencia. Si pueden, no pasen sin verla y mientras lo hacen, piensen en un tipo con bigote, un jefe de propaganda, los SA… quedarán de lo más impresionados con esta fábula. Para los últimos minutos, y si no la han visto apúntela, recuerden la frase que se cita a continuación y que pertenece a esa obra maestra que es “El hundimiento”.

No quiero vivir en un mundo sin nacionalsocialismo”, Magda Goebbels.

3 de diciembre de 2008

Standby, de Extremoduro




Había una vez una serie llamada Los mejores videos de la Historia. No me cabe duda de que Extremoduro, con su poesía hecha rock, debía estar presente por esta preciosa obra que es Standby. Si la canción es un canto digno de estar en los libros del Rock Español, el video merece, cuanto menos, participar de esta serie que teníamos en estado de espera.

Me arruinan las prisas, y las faltas de estilo, el paso obligatorio, las tardes de domingo y hasta la línea recta. Me enerva los que no tienen dudas y aquéllos que se aferran a sus ideales sobre los de cualquiera.

2 de diciembre de 2008

De versiones

En los últimos tiempos han llegado a mis manos algunos discos de versiones. De estreno y al borde de la descatalogación, ahí va el comentario.

Soul, de Seal

Sin duda, la voz de Seal es una maravilla. Con un tono envidiable que recuerda a los cantantes negros clásicos del Orleans de los mejores tiempos, y con unos temas sabiamente adecuados. Quizás, el problema de este disco no es el magnífico trabajo de reconstrucción y adaptación, sino lo superfluas que resultan la mayoría de las versiones. Sí, son buenas. Sí, merecen la pena. Pero no dicen mucho. Tienen un inevitable aire a hilo musical que detona falta de personalidad. Escucharemos alguna de estas versiones en películas de moda, especialmente británicas del corte “Love actually”, camufladas en una banda sonora de retales bien conjuntados y nos parecerán grandiosa. No lo duden.



La vida, de Ainhoa Arteta

Todavía no sé muy bien cómo llegó este disco a mis manos. Había escuchado algo del lanzamiento, más o menos bien promocionado, y que la cantante de ópera había sacado un disco de versiones de sus canciones favoritas. Trece temas que ha elegido personalmente y que ha destrozado sin contemplaciones. Supongo que animada por el éxito del Il Divo, se decidió a dar el paso al jazz camuflado con un pop vocal. No se trata de que le falte voz, es sólo que las versiones son una autentica mierda. Sí. No hay término medio. Cuando caminaba por la canción cinco, después de haber ido saltando por las anteriores, decidí escuchar directamente aquellas que me interesaban. “Ne me quitte pas”, la única que me llamó la atención y pueden adivinar que no para bien. El disco es sencillamente un horror. Deberían retirarlo del mercado y Arteta debería encargar su próxima compilación de versiones a alguien que sepa adaptarlas al calibre de su voz.



We love Ella!, de VV.AA.

Ella Fitzgerald es, probablemente, la más grande dama de la canción de la historia de la música. Algo difícilmente discutible. Puede que por ello la admiración por esta diva sobreviva generación tras generación. Este disco, más que de versiones, es un homenaje de algunos buenos cantantes a una Ella a la que toman prestados sus temas más conocidos. El trabajo colectivo incluye canciones más o menos previsibles como “Too close for comfort” de Michael Bublé o “You are the sunshine of my life” de Stevie Wonder. Pero también incluye algunas pequeñas joyas como “Oh Lady Be Good!” de Dianne Reeves o “Reaching for the moon” de Lizz Wright. No se trata de un gran álbum, pero sí una buena suma de canciones y cantantes. Si pueden, háganse con una copia a buen precio.



Leaving on a manday (Limited deluxe), de Anna Ternheim

Anna Ternheim, cantautora sueca, nos presenta su nuevo álbum con un extra que incluye unas cuantas versiones de algunos de sus temas favoritos. De los presentados en la entrada de hoy, este es, con diferencia, el único disco de versiones. O realmente es la única que se ha molestado en versionar en algo más que en cambiar la voz que interpreta la canción. El ritmo y el tono que da a cada una de las canciones, uniformemente repartido a lo largo de todo el álbum, denota un trabajo que mima cada una de las canciones con tanto cuidado como tiene la dulce voz de Ternheim en pronunciar cada sílaba. Un verdadero placer escucharlo.