Una locutora de radio es atacada junto a su novio mientras pasea por el parque. Ella termina en la cama de un hospital y él fallece. Noticia que le dan al despertar del coma y al tiempo en el que el temor de volver a ser atacada se instala en su cabeza. Y como la acción se desarrolla en los Estados Unidos, la película transcurre por los cauces normales. Ella acude a la policía, ésta no hace nada, y acto seguido se planta en una tienda de armas para comprar un revólver. Sin mucho esfuerzo, le piden una licencia que un vendedor ambulante no le solicita, se hace con una pistola que no tardará en emplear al verse envuelta, de forma casual, en una reyerta en un supermercado. Dispara, mata al agresor y descubre la extraña que hay en ella. Una mujer que decide tomarse la justicia por su cuenta. Esquema clásico en las sociedades modernas (y/o en el cómic), el de una persona con doble identidad que soporta una enorme carga que comparte con los demás a través de las ondas y de los disparos a sus víctimas. Un miedo que transforma en una ira justiciera para que esa carga vaya desapareciendo al tiempo en el que sus manos dejan de temblar tras cada nuevo disparo.
La dirección de Neil Jordan entra dentro de su línea habitual en el manejo de la violencia, ésta es sólo parte de una circunstancia de la vida. Una consecuencia de lo que somos o de como actuamos, pero sin grandes juicios morales. Se está en el momento y se actúa por eso. Como por ejemplo en su película “Michael Collins”, en la que las circunstancias hacen que los hechos lleguen a consumarse sin poder evitarse. Del mismo modo, plantea la violencia de esta extraña en unos términos carentes de un juicio moral que, sin embargo, cede gustoso al espectador. Un público que según cuentan las crónicas promocionales, aplaudía en los cines de Estados Unidos cada vez que Foster ejecutaba una sentencia de la justicia popular. No es raro, pandilleros, proxenetas, maltratadotes… una colección de las personas más queridas por cualquiera. Una contraposición del bien y del mal, de lo que puede ser considerado un mal acto pero un acto justo y eximiendo a los responsables [guiño, guiño - Teddy Bautista – guiño, guiño]. La justicia en la mano de las víctimas que no encuentran respuestas policiales a sus temores o sus agresiones. Y para que no todo cuadre se contrapone el caso del Detective que investiga el caso y traba amistad con la justiciera: el deseo de este hombre de vengarse que no satisface debido a su honorable sentido de la responsabilidad policial.
Para este planteamiento moral, Jordan se rodea de dos buenos actores. La gran protagonista no podía ser mejor. Qué quieren que les diga, soy fan de Jodie Foster. Creo que es una de las mejores actrices que uno puede ver en la gran pantalla. No sólo por la lista interminable de premios que ha recogido a lo largo de su carrera sino por la elección de las cintas que protagoniza. Bien ordenada y con pocos tropiezos. Incluso la revisión del clásico “Ana y el Rey de Siam”, en su particular “Ana y el Rey”, aunque floja, ella destaca por encima del lujo asiático de los palacios, claro que lo tenía fácil ante el inexpresivo Rey Mongkut interpretado por Yun-Fat Chow. Una Foster que se mete en la piel de Erica como si se tratase de un guante, dentro de una interpretación completa que no deja de aprovechar cada plano para construir un nuevo matiz de su locutora de radio. Evolucionando el personaje del temor y el remordimiento a la seguridad y la complacencia. Apueste por ella como candidata a otro buen número de premios. A su lado está Terrence Howard, buen actor al que pudimos ver en cintas tan interesantes como “Crash” o en “Get Rich or Die Tryin'”, por la que le nominaron al Oscar. Interpreta al Detective que terminará jugando al ratón y al gato con Foster. No se lo pondrá fácil pero antes de la resolución del caso de las víctimas ajusticiadas tendrá que resolver su propio dilema moral: lo que le pide el cuerpo y lo que le dicta su moral. Aunque se trata de una película de dos, haremos un guiño a la participación de Naveen Andrews, conocido por ser uno de los náufragos de la serie de culto “Lost”. Aquí hace de novio de la protagonista, y más que un papel es un cameo, no olviden que muere en los primeros compases de la película. Así que personaje fundamental, si hubiese sobrevivido la cosa no habría terminado de estas maneras.
La dirección de Neil Jordan entra dentro de su línea habitual en el manejo de la violencia, ésta es sólo parte de una circunstancia de la vida. Una consecuencia de lo que somos o de como actuamos, pero sin grandes juicios morales. Se está en el momento y se actúa por eso. Como por ejemplo en su película “Michael Collins”, en la que las circunstancias hacen que los hechos lleguen a consumarse sin poder evitarse. Del mismo modo, plantea la violencia de esta extraña en unos términos carentes de un juicio moral que, sin embargo, cede gustoso al espectador. Un público que según cuentan las crónicas promocionales, aplaudía en los cines de Estados Unidos cada vez que Foster ejecutaba una sentencia de la justicia popular. No es raro, pandilleros, proxenetas, maltratadotes… una colección de las personas más queridas por cualquiera. Una contraposición del bien y del mal, de lo que puede ser considerado un mal acto pero un acto justo y eximiendo a los responsables [guiño, guiño - Teddy Bautista – guiño, guiño]. La justicia en la mano de las víctimas que no encuentran respuestas policiales a sus temores o sus agresiones. Y para que no todo cuadre se contrapone el caso del Detective que investiga el caso y traba amistad con la justiciera: el deseo de este hombre de vengarse que no satisface debido a su honorable sentido de la responsabilidad policial.
Para este planteamiento moral, Jordan se rodea de dos buenos actores. La gran protagonista no podía ser mejor. Qué quieren que les diga, soy fan de Jodie Foster. Creo que es una de las mejores actrices que uno puede ver en la gran pantalla. No sólo por la lista interminable de premios que ha recogido a lo largo de su carrera sino por la elección de las cintas que protagoniza. Bien ordenada y con pocos tropiezos. Incluso la revisión del clásico “Ana y el Rey de Siam”, en su particular “Ana y el Rey”, aunque floja, ella destaca por encima del lujo asiático de los palacios, claro que lo tenía fácil ante el inexpresivo Rey Mongkut interpretado por Yun-Fat Chow. Una Foster que se mete en la piel de Erica como si se tratase de un guante, dentro de una interpretación completa que no deja de aprovechar cada plano para construir un nuevo matiz de su locutora de radio. Evolucionando el personaje del temor y el remordimiento a la seguridad y la complacencia. Apueste por ella como candidata a otro buen número de premios. A su lado está Terrence Howard, buen actor al que pudimos ver en cintas tan interesantes como “Crash” o en “Get Rich or Die Tryin'”, por la que le nominaron al Oscar. Interpreta al Detective que terminará jugando al ratón y al gato con Foster. No se lo pondrá fácil pero antes de la resolución del caso de las víctimas ajusticiadas tendrá que resolver su propio dilema moral: lo que le pide el cuerpo y lo que le dicta su moral. Aunque se trata de una película de dos, haremos un guiño a la participación de Naveen Andrews, conocido por ser uno de los náufragos de la serie de culto “Lost”. Aquí hace de novio de la protagonista, y más que un papel es un cameo, no olviden que muere en los primeros compases de la película. Así que personaje fundamental, si hubiese sobrevivido la cosa no habría terminado de estas maneras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.