25 de abril de 2007

Vida en insólitas aventuras del soldado Iván Chonkin, de Vladímir Voinóvich


Publicado por Los Libros del Asteroide, éste es un libro fundamental en lo que a literatura antibelicista se refiere y, por lo tanto, merece un espacio en este lugar. Conecta directamente con la primera de las novelas de esta serie y Vladímir Voinóvich, que es su autor, supo adelantarse a las comparaciones rápidamente. Iván Chonkin será el punto de partida de toda la novela y de sus actuaciones no cabrá esperarse nada bueno pues, al igual que Schwejk, también es tonto. Un tonto en otro sentido, pues si el soldado checo era irremediablemente tonto, Chonkin será el fruto de la tontería militar soviética, un tonto amaestrado para ser tonto y que sólo es tonto en función de su permanencia en el ejército. Para todo lo demás, Chonkin es un campesino ruso cualquiera.

Antes de abrir el desarrollo del libro merece que nos detengamos en la figura de su escritor. Vladímir Voinóvich es un escritor nacido en Tayikistán que se procuró un futuro dentro de las filas del Ejército Rojo. Sabiendo que lo suyo eran las letras, Voinóvich no tardó en reconvertirse en cronista y periodista radiofónico. Las detenciones de literatos rusos que se practicaron en los 70 hizo que Voinóvich comenzara su giro disidente e hiciera uso de su ironía y su sarcasmo para trivializar la importancia de la política soviética. Expulsado primero de la Unión de Escritores Soviéticos y más tarde de la misma URSS, fue privado de nacionalidad gracias a una orden del propio Breznev. Para entonces en París Voinóvich ya había publicado las historias de Iván Chonkin que hoy nos ocupan. La obra sólo pudo ser distribuida de forma clandestina por la URSS hasta que, tras la Perestroika, por fin pudo haber una edición rusa. En 1979, publicó una secuela de la misma titulada Pretender to the throne. Con esta obra, Voinóvich se ha granjeado un lugar en la historia de la literatura antibelicista, aunque también antisoviética. O más estrictamente anti-la antiURSS que constituía el mundo político que él observaba y en el que él ya no creía. Un detalle para el frikismo que a más de uno le va a gustar: Voinóvich, antes de sus problemas por lo que escribía, fue el compositor de la letra del himno oficial de los cosmonautas soviéticos.

La edición que Los Libros del Asteroide nos propone lleva un prólogo sobre literatura rusa de Horacio Vázquez-Rial que no tiene desperdicio. En él se nos incluye a Voinóvich dentro de la ya clásica literatura rusa de corte irónico y sarcástico y no le va a faltar razón, la verdad.

Argumentativamente, el libro comienza en los días previos al inicio de la guerra entre la Alemania Nazi y la URSS. El soldado Iván Chonkin será enviado a la custodia de un avión de guerra estropeado en una aldea perdida. En principio es enviado para una semana, pero el estallido de la Guerra y todo el revuelo que ello conlleva hará que el destino de Chonkin sea olvidado y su puesto abandonado. Desde ese momento Chonkin deberá arreglárselas por su cuenta y riesgo sin esperar de sus superiores ni noticia ni ayuda alguna.

El libro tendrá dos fases claramente diferenciadas. En la primera Chonkin se nos presentará como un torpe soldado soviético, que no entiende la lógica que rige en el Ejército Rojo. Vamos, que Chonkin será fiel reflejo de cualquiera. Inmerso en una Institución que de tomarse tanto en serio a sí misma ha sido incapaz de ver lo ridícula que era, Chonkin no encontrará razones donde se supone que claramente las hay, no entenderá los principios marxistas que le tratan de imponer. Incluso cuando se encuentre en situaciones comprometidas, sólo sabrá responder sentencias ilógicas dadas por sus mandos, hasta que se de cuenta de lo ridículas que son y comience su giro de personalidad hacia lo que realmente es: un campesino de vida tranquila.

La segunda parte será un desfile de personajes tan hilarantes que no tiene desperdicio. Voinóvich se encarga de que conozcamos los mecanismos más ínfimos de la maquinaria de represión soviética y, como si de un Esperpento de Valle-Inclán fuera, nos va presentando situación tras situación, con los miedos de unos –los represaliados- y de otros –los represores. Aunque a decir verdad serán estos últimos los que tengan más miedo. A más que perder, más miedo. Eso es innegable. Y que te quiten el carnet acusado de ser anarquista por no convocar una manifestación y permitir sin embargo que ésta se convoque de forma espontánea es sin duda para tener miedo.

Cabría suponer que en una novela donde lo absurdo reina a sus anchas la credibilidad de las situaciones es más que cuestionable. Sin embargo esto no es así. Voinóvich tiene la habilidad de hacernos creíbles tales situaciones al meternos en la mente de cualquier personaje que nos presente. Las descripciones de todos y cada uno de los personajes nos conducen a lo ya comentado: el miedo. Éste es un elemento fundamental de la vida de los campesinos, de los funcionarios, de los jefes, hasta de los caballos. Todos arrastran miedo por donde quiera que vayan y dejan que éste les dicte qué es lo que tienen que hacer. Las situaciones se vuelven de una verosimilitud tal que de terrorífico que es uno no puede sino soltar la carcajada -¡atención lectores del suburbano!

En definitiva simpatiquísima novela antimilitar, divertida y fundamental para ver lo absurdo que hay en el mundo y aprender que no hay que tomarse demasiado en serio a sí mismo. Quizá no se lea del tirón por culpa de un estilo un poco áspero -no se sabe bien si debida a la traducción o al estilo de Voinóvich- pero bien merece ese pequeño esfuerzo de acabarla. Aunque sólo sea por el Camarada Stalin.

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