El mundo del cine, teatro, radio y televisión está cansando de mirarse el ombligo y mostrarnos sus interioridades con más o menos acierto. El teatro cuenta con todo tipo de ejemplos, desde la ñoña “Shakespeare in love ” que mostraba las relaciones autor-actriz, muy en la línea romántica musicalera que años más se retomaría en la “me encanta-la odio” “Moulin Rouge!”. Antes había muchos otros intentos, uno los más memorables es “Eva al desnudo”, en la que el mundo del teatro era examinado con detalle a través de los ojos de la Davis o la mítica “Ser o no ser”, en la que una compañía de teatro tenía que burlar el nazismo (incluido Hitler) en la Polonia ocupada para sobrevivir a la guerra. Dentro del cine, desde una de las comedias menos redondas y más facilota de Woody Allen, “Un final made in Hollywood”, en la que se demuestra que lo más importante no es un trabajo bien hecho sino una buena cuenta de resultados, hasta pequeñas joyas del cine como “Ed Wood” (menudo repaso extraño de títulos).
Mucho más compleja ha sido el “Último show”, la última-última de Robert Altmant, que se murió antes del estreno y que nos enseñaba el mágico mundo de los espectáculos radiofónicos, mitad teatro, mitad espectáculo musical, (muy aburrida). Alejadísima de otra de Allen, “Días de radio”. Si nos detenemos en el mundo de la televisión, en el que centra su mirada “Studio 60”, tenemos ejemplos por rachas, la particular visión de la telerrealidad de “El show de Truman” en la que el sujeto era la víctima de la maquinaría televisiva y que fue rápidamente reversionada en el “EdTv”, más en la línea de la comedia una crítica más cercana y menos reflexiva de los directivos y programadores de los grandes. La manipulación de los concursos televisivos con la aburridísima “Quiz show” de un Redford en horas bajas o la muy celebrada “Buenas noches y buena suerte”, en la que ciertamente, la excusa era la televisión y la protagonista la política.
“Studio 60 on the sunset strip” es la gran apuesta de este año de la Warner Bros. para una NBC en crisis tras perder algunas de sus mejoras bazas de las últimas décadas. La serie nos narra el día a día de la parte de atrás de un programa semanal, que cuenta su trayectoria en décadas, de una cadena nacional en horario de máximo audiencia. Tras unos primeros instantes en el que el presentador, harto de lo que se puede y no se puede decir en directo, estalla con un discurso lleno de sinceridad sobre la situación de la cadena de televisión y del país, arranca una de las series más prometedoras que acaban de desembarcar en la televisión española. Llena de ese “mirarse al ombligo” que tanto gusta a estas producciones, directivos, productores, guionistas, ejecutivos, realizadores, actores… son retratados en esta serie que intenta no dejarse a nadie fuera.
Tras dirigir el timón de una de las mejores series de la historia de la televisión, “El ala Oeste de la Casa Blanca”, cuya calidad media de cada capítulo se sitúa muy por encima de la media de la mayoría de las películas que se estrenan en el cine, y a la espera de la gran apuesta del Hollywood más político (Demócrata), “Charlie Wilson’s war”, en la que adapta la novela de George Crile, Aaron Sorkin se encarga de contarnos las intimidades del mundo televisivo con el habitual sello. Personajes que ni son buenos ni malos por definición, sólo supervivientes en un mundo de tiburones en el que sólo sobreviven los más rastreros (no se esperen una corte de personajes despedazándose, están en Los Ángeles y visten Armani o similar). Los más habituados a los productos de la Warner ya estarán acostumbrado al particular carácter que imprimen a la hora de rodar, con especial mención a las escenas en la que la cámara acompaña a los personajes por distintas instancias, cruzándose con otros personajes a los que la cámara seguirá de nuevo en la misma secuencia. Técnica que se hizo célebre en “Urgencias” y que algunos en España presumen de haber inventado… combinada con el modo de relato secuenciado fechado en días y horas para dar coherencia a la trama y mostrando que lo importante es sólo cuestión de enfoque. También habitual son los diálogos rápidos e ingeniosos que demuestran la buena forma en la que se encuentra Sorkin y su equipo de guionistas, aunque puede que en la realidad no se encuentren tan ágiles de mente los directivos, productores, realizadores… Como conocida también es la confrontación entre la América conservadora y la más liberal, siempre encarnados en personajes más atractivos y con mejores planos, aunque no exentos de su lado oscuro [guiño, guiño -Teddy Bautista- guiño, guiño].
Rescatados Chandler Bing, también conocido como Matthew Perry, de la serie de culto “Friends” y Josh Lyman, también conocido como Bradley Whitford, de “El ala Oeste de la Casa Blanca”, de la que ya hemos hablamos, son la pareja protagonista en, eso sí, un casi calco de sus peonajes anteriores (por cierto, ambos actores coincidieron en los pasillos de la Casa Blanca durante tres capítulos en los que no se llevaban demasiado bien). Pero qué quieren, tanto el uno como el otro estaban bien antes y están bien en una de las mejores parejas que podían darse en la televisión, sólo superada si ambos se hubiesen traído a sus anteriores partenaire, Monica Geller (Courtney Cox) y Donna Moss (Janel Moloney), pero como todo no puede ser… Brillantes en los diálogos y en el acompañamiento de su mentora, Amanda Peet, que ya destacó en “Syriana” o en la televisiva “Jack & Jill”, y otros muchos secundarios como Timothy Busfield, también reciclado del “Ala Oeste” en la que interpretaba al persistente Danny Concannon que perseguía a la sin par C.J. Cregg (Allison Janney); Sarah Paulson, la ex del personaje de Perry; Steven Weber, el directivo despiadado de la cadena.
De momento la serie arranca en España cuando en los EEUU llega al final de su primera temporada con la renovación del contrato a pesar de una audiencia algo irregular y una escacez de premios que la distancian mucho de la reputadísima “Casa Blanca”, “Friends” o “Urgencias”. No obstante, nos encontramos ante uno de los mejores productos televisivos del momento, muy por encima en su calidad de series que cuentan con un mayor apoyo de la audiencia y un mayor culto de sus personajes. No pierdan la oportunidad de ver esta serie que arranca y que pinta muy bien, cuyo único defecto es casi coincidente con el “Ala Oeste” (habrá que hacer otra entrada dedicada a esta serie), demasiado idílicos todos los que aparecen, o se han olvidado que el Presidente Bartlet era Premio Nobel de Economía.
Mucho más compleja ha sido el “Último show”, la última-última de Robert Altmant, que se murió antes del estreno y que nos enseñaba el mágico mundo de los espectáculos radiofónicos, mitad teatro, mitad espectáculo musical, (muy aburrida). Alejadísima de otra de Allen, “Días de radio”. Si nos detenemos en el mundo de la televisión, en el que centra su mirada “Studio 60”, tenemos ejemplos por rachas, la particular visión de la telerrealidad de “El show de Truman” en la que el sujeto era la víctima de la maquinaría televisiva y que fue rápidamente reversionada en el “EdTv”, más en la línea de la comedia una crítica más cercana y menos reflexiva de los directivos y programadores de los grandes. La manipulación de los concursos televisivos con la aburridísima “Quiz show” de un Redford en horas bajas o la muy celebrada “Buenas noches y buena suerte”, en la que ciertamente, la excusa era la televisión y la protagonista la política.
“Studio 60 on the sunset strip” es la gran apuesta de este año de la Warner Bros. para una NBC en crisis tras perder algunas de sus mejoras bazas de las últimas décadas. La serie nos narra el día a día de la parte de atrás de un programa semanal, que cuenta su trayectoria en décadas, de una cadena nacional en horario de máximo audiencia. Tras unos primeros instantes en el que el presentador, harto de lo que se puede y no se puede decir en directo, estalla con un discurso lleno de sinceridad sobre la situación de la cadena de televisión y del país, arranca una de las series más prometedoras que acaban de desembarcar en la televisión española. Llena de ese “mirarse al ombligo” que tanto gusta a estas producciones, directivos, productores, guionistas, ejecutivos, realizadores, actores… son retratados en esta serie que intenta no dejarse a nadie fuera.
Tras dirigir el timón de una de las mejores series de la historia de la televisión, “El ala Oeste de la Casa Blanca”, cuya calidad media de cada capítulo se sitúa muy por encima de la media de la mayoría de las películas que se estrenan en el cine, y a la espera de la gran apuesta del Hollywood más político (Demócrata), “Charlie Wilson’s war”, en la que adapta la novela de George Crile, Aaron Sorkin se encarga de contarnos las intimidades del mundo televisivo con el habitual sello. Personajes que ni son buenos ni malos por definición, sólo supervivientes en un mundo de tiburones en el que sólo sobreviven los más rastreros (no se esperen una corte de personajes despedazándose, están en Los Ángeles y visten Armani o similar). Los más habituados a los productos de la Warner ya estarán acostumbrado al particular carácter que imprimen a la hora de rodar, con especial mención a las escenas en la que la cámara acompaña a los personajes por distintas instancias, cruzándose con otros personajes a los que la cámara seguirá de nuevo en la misma secuencia. Técnica que se hizo célebre en “Urgencias” y que algunos en España presumen de haber inventado… combinada con el modo de relato secuenciado fechado en días y horas para dar coherencia a la trama y mostrando que lo importante es sólo cuestión de enfoque. También habitual son los diálogos rápidos e ingeniosos que demuestran la buena forma en la que se encuentra Sorkin y su equipo de guionistas, aunque puede que en la realidad no se encuentren tan ágiles de mente los directivos, productores, realizadores… Como conocida también es la confrontación entre la América conservadora y la más liberal, siempre encarnados en personajes más atractivos y con mejores planos, aunque no exentos de su lado oscuro [guiño, guiño -Teddy Bautista- guiño, guiño].
Rescatados Chandler Bing, también conocido como Matthew Perry, de la serie de culto “Friends” y Josh Lyman, también conocido como Bradley Whitford, de “El ala Oeste de la Casa Blanca”, de la que ya hemos hablamos, son la pareja protagonista en, eso sí, un casi calco de sus peonajes anteriores (por cierto, ambos actores coincidieron en los pasillos de la Casa Blanca durante tres capítulos en los que no se llevaban demasiado bien). Pero qué quieren, tanto el uno como el otro estaban bien antes y están bien en una de las mejores parejas que podían darse en la televisión, sólo superada si ambos se hubiesen traído a sus anteriores partenaire, Monica Geller (Courtney Cox) y Donna Moss (Janel Moloney), pero como todo no puede ser… Brillantes en los diálogos y en el acompañamiento de su mentora, Amanda Peet, que ya destacó en “Syriana” o en la televisiva “Jack & Jill”, y otros muchos secundarios como Timothy Busfield, también reciclado del “Ala Oeste” en la que interpretaba al persistente Danny Concannon que perseguía a la sin par C.J. Cregg (Allison Janney); Sarah Paulson, la ex del personaje de Perry; Steven Weber, el directivo despiadado de la cadena.
De momento la serie arranca en España cuando en los EEUU llega al final de su primera temporada con la renovación del contrato a pesar de una audiencia algo irregular y una escacez de premios que la distancian mucho de la reputadísima “Casa Blanca”, “Friends” o “Urgencias”. No obstante, nos encontramos ante uno de los mejores productos televisivos del momento, muy por encima en su calidad de series que cuentan con un mayor apoyo de la audiencia y un mayor culto de sus personajes. No pierdan la oportunidad de ver esta serie que arranca y que pinta muy bien, cuyo único defecto es casi coincidente con el “Ala Oeste” (habrá que hacer otra entrada dedicada a esta serie), demasiado idílicos todos los que aparecen, o se han olvidado que el Presidente Bartlet era Premio Nobel de Economía.
No había sentido ni nombrar de esta serie, y por lo que cuentas, que es bastante completo parece que debo verla ya que me llamo un poco la atención. Saludos!
ResponderEliminarSolo he visto el primer capítulo pero quiero hacerte dos puntualizaciones:
ResponderEliminara) El que sale a escena a hacer el speech no es el presentador tiene que ser el director.
b) No vi friends pero sí he visto el ala oeste, y aunque el personaje de ¿Dan? en el primer capítulo tiene un aire creo que es más que le indentificamos con jos que que el hecho de que el personaje esté pensado como jos.
Buen post y parece que gran serie.
Salud!
La verdad es que pinta muy bien, sobre todo si se llega a comparar con "El ala oeste de la Casa Blanca". Pero mientras la den en el Digital...
ResponderEliminarSegún he leído, en EE.UU. la crítica la ha alabado más que el público, y también le han reprochado que utiliza demasiadas "bromas privadas" del mundo televisivo de los 60 prácticamente inaccesibles para cualquiera de nosotros. Esperemos, con todo, que tenga un voto de confianza.
C.C Buxter también la dan en Emule TV.
ResponderEliminarSalud!