Estoy seguro que ninguno de ustedes, informados lectores de Destripando terrones, jamás elegirían esta película como una de las mejores de la historia del cine. Tranquilícense, yo tampoco. Me da la sensación de que tampoco la elegirían para pasar la tarde, ni para que figurara como información en los clusters de sus discos duros [guiño, guiño Teddy Bautista, guiño, guiño]. En este caso debo confesar mi culpa, la he visto y tampoco está tan mal. A pesar de que la lista de actores tira un poco para atrás (ya sabéis: el británicamente empalagoso Hugh Grant - que hace el mismo personaje siempre -, un decadente, aunque en esta peli lo borda, Dennis Quaid, una neumática Mandy Moore entre otros...) y la estética sea un tanto cursi, la película te engancha desde el primer minuto. Y es que, parece mentira, no hay en el mundo gente tan capaz de reirse de sí mismos como los estadounidenses (ejemplos hay muchos, desde los Simpsons, Woody Allen, o hasta el propio Commander-in-chief). El argumento aborda de manera sarcástica los mayores traumas de la sociedad estadounidense en la actualidad: el terrorismo de origen islamista, la incompetencia presidencial y los concursos de talentos al estilo Operación triunfo que también intoxican y alienan al proletariado del Imperio.
Bajo esas tres premisas, el director y guionista Paul Weitz nos dibuja la historia de Omer (Sam Golzari), un joven iraquí militante en un grupo terrorista islamista al que le gustan los musicales de Broadway. Su incompetencia como terrorista hace que la dirección de la organización terrorista le envíe a los EEUU como célula durmiente a casa, cómo no, de sus tíos ricos. Allí, por casualidades de la vida, entrará a participar en el concurso American Dreamz presentado por el narcisista Martin Tweed (Hugh Grant), quien a la vista del descenso de popularidad del concurso decide revitalizarlo con la presencia del mismísimo Presidente de los Estados Unidos, Joe Staton (Dennis Quaid) como jurado especial en la final del concurso. Por otro lado nos relata la historia de Sally Kendoo (Mandy Moore), una joven que inmediatamente nos recuerda a la hortera de Britney Spears, cuyo único objetivo en la vida es la de convertirse en una estrella de la canción cueste lo que cueste, siempre asesorada por la harpía de su madre. La presencia del máximo mandatario de los EEUU en el concurso, hace que la cúpula del grupo terrorista decida despertar la célula durmiente para atentar contra el alto dignatario americano. Sobre lo que ocurre después, y para evitar un disgusto de quien se atreva con semejante film, evitaré desvelar su hilarante final.
Quizás lo mejor de la película sea la interpretación de Dennis Quaid, que parodia al Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush (también conocido como Mistel Danyel) y que imita a la perfección ese gesto de amohinamiento tan típico de éste. La presunta Laura Bush, que en la película obviamente recibe otro nombre (ya saben, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia... ) también es clavada, y el que dicta las órdenes al presidente es igualito, curiosamente, a Dick Cheney.
American Dreamz, que también es el nombre de la película, puede resultar un petardazo infumable a aquellos que gustan del mejor cine. A ellos, sólo a ellos, les diría que no perdieran el tiempo en contemplarla. En mi opinión, existen otras muchas opciones de ocio alternativas que pueden superar con creces a esta película (a ver, a ver, déjenme pensar...), sin embargo resulta, cuanto menos entretenida para una fría y lluviosa tarde de sábado con gripe.
Bajo esas tres premisas, el director y guionista Paul Weitz nos dibuja la historia de Omer (Sam Golzari), un joven iraquí militante en un grupo terrorista islamista al que le gustan los musicales de Broadway. Su incompetencia como terrorista hace que la dirección de la organización terrorista le envíe a los EEUU como célula durmiente a casa, cómo no, de sus tíos ricos. Allí, por casualidades de la vida, entrará a participar en el concurso American Dreamz presentado por el narcisista Martin Tweed (Hugh Grant), quien a la vista del descenso de popularidad del concurso decide revitalizarlo con la presencia del mismísimo Presidente de los Estados Unidos, Joe Staton (Dennis Quaid) como jurado especial en la final del concurso. Por otro lado nos relata la historia de Sally Kendoo (Mandy Moore), una joven que inmediatamente nos recuerda a la hortera de Britney Spears, cuyo único objetivo en la vida es la de convertirse en una estrella de la canción cueste lo que cueste, siempre asesorada por la harpía de su madre. La presencia del máximo mandatario de los EEUU en el concurso, hace que la cúpula del grupo terrorista decida despertar la célula durmiente para atentar contra el alto dignatario americano. Sobre lo que ocurre después, y para evitar un disgusto de quien se atreva con semejante film, evitaré desvelar su hilarante final.
Quizás lo mejor de la película sea la interpretación de Dennis Quaid, que parodia al Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush (también conocido como Mistel Danyel) y que imita a la perfección ese gesto de amohinamiento tan típico de éste. La presunta Laura Bush, que en la película obviamente recibe otro nombre (ya saben, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia... ) también es clavada, y el que dicta las órdenes al presidente es igualito, curiosamente, a Dick Cheney.
American Dreamz, que también es el nombre de la película, puede resultar un petardazo infumable a aquellos que gustan del mejor cine. A ellos, sólo a ellos, les diría que no perdieran el tiempo en contemplarla. En mi opinión, existen otras muchas opciones de ocio alternativas que pueden superar con creces a esta película (a ver, a ver, déjenme pensar...), sin embargo resulta, cuanto menos entretenida para una fría y lluviosa tarde de sábado con gripe.
Procedo a salir con la cabeza empapada y con el torso desnudo a la calle para caer en la gripe -o pulmonía- que permita ver esta película que recomiendas. Que por otra parte tiene pinta de ser histriónicamente divertida.
ResponderEliminarLa película está poco considerada pero no deja de tener grandes momentos del ayer y del hoy. El terrorista islámico enamorado de los musicales y fascinado por EEUU, el soldado estadounidense al que todos engañas, un Secretario de Estado que hace del Presidente lo que quiere...
ResponderEliminarel_situacionista, tampoco hace falta que arriesgues tu vida para ver esta película, si quieres te la dejo yo, pero vamos...
ResponderEliminarottinger, veo que la has visto y que te ha hecho gracia... sin duda, el mejor momento es cuando el matrimonio presidencial habla en la cama, sublime... colosal...
Salud