Por Carlos Sánchez [Publicado en El Confidencial]
Uno de los debates más recurrentes de los historiadores tiene que ver con el nacimiento de la nación española. Algunos autores han identificado ese momento con la convocatoria de las Cortes de Cádiz, en las que por primera vez las élites políticas del momento fueron capaces de ponerse de acuerdo sobre un texto constitucional libre de las ataduras del Antiguo Régimen.
Otros autores sostienen que todavía habría que esperar un par de décadas para que España tuviera identidad como Estado-Nación. Justo hasta el preciso momento en que la burguesía liberal toma el poder y desmonta el sistema semifeudal del Estado absolutista.
Una tercera escuela de pensamiento sitúa el nacimiento de la nación Española inmediatamente antes de la Constitución de Cádiz, y más en concreto en los albores de la Guerra de la Independencia, cuando el pueblo de Madrid, de manera espontánea y sin que pueda hablarse de un movimiento organizado, empuña las armas (y cualquier cosa que tuviera a mano) para hacer frente al invasor, que en esos momentos intentaba sacar de palacio al único miembro de la Corona que todavía no había sido enviado a Bayona.
Arturo Pérez-Reverte es de los que se apuntan a esta última tesis, y ello pese a que en la novela insiste una y otra vez en que los levantamientos del 2 de mayo -es mejor hablar en plural- no obedecen a una causa común. Es precisamente este empeño en demostrar que la jornada de mayo es casual la que arruina la narración, ya que se presentan los hechos de una forma tan fragmentada que empobrece la lectura y deja a los personajes sin alma.
Una trama que más vale para un guión de cine.
Pasar de un suceso a otro de manera tan veloz provoca el alejamiento del lector de los personajes. Nunca he entendido el éxito de Reverte, pero leyendo Un Día Cólera cabe preguntarse si se puede hablar de literatura cuando la trama está tan atomizada que bien vale para un guión cinematográfico, pero nunca para un relato sostenido en tiempo y forma, que precisa minuciosidad y contexto. No basta con soltar cientos de personajes a la historia para intentar demostrar que no había nadie detrás del chispazo del 2 de mayo. Se puede contar de una manera menos exhaustiva sin que la narración pierda frescura y precisión.
Se empeña igualmente Reverte -la novela está llena de apriorismos- en demostrar que los levantamientos fueron cosa de los albañiles, las meretrices, los quincalleros y toda suerte de chusma que pululaba por las calles de Madrid, y que un día se mosquearon con los gabachos y se levantaron en armas contra ellos. Evidentemente, no podía ser de otra manera. Lo dijo una comisión militar reunida por Fernando VII al acabar la Guerra de la Independencia: “En mayo de 1808 ni teníamos naves, ni ejércitos, ni armas, ni tesoro, ni créditos, ni fronteras, ni gobierno, ni existencia política”.
La España de 1808 no daba para más, por lo que esperar a que la corrupta monarquía de los Borbones liderara la revuelta contra el invasor francés es simplemente ocioso. Y cuando se habla de monarquía se habla de una corte vinculada a la Corona que, por razones obvias, no tenía ninguna capacidad de reacción. No había, por lo tanto, al contrario que en la Francia de 1789, unas clases medias –más o menos ilustradas- capaces de articular una respuesta adecuada a la invasión francesa. Por eso, decir que fueron los menesterosos los que se rebelaron es simplemente una perogrullada.
Un día de Cólera es, sin lugar a dudas, una buena idea -la de retratar lo que dio de si aquella fecha histórica-, pero resulta fallida por ausencia de calor y lo que es peor, cariño.
Uno de los debates más recurrentes de los historiadores tiene que ver con el nacimiento de la nación española. Algunos autores han identificado ese momento con la convocatoria de las Cortes de Cádiz, en las que por primera vez las élites políticas del momento fueron capaces de ponerse de acuerdo sobre un texto constitucional libre de las ataduras del Antiguo Régimen.
Otros autores sostienen que todavía habría que esperar un par de décadas para que España tuviera identidad como Estado-Nación. Justo hasta el preciso momento en que la burguesía liberal toma el poder y desmonta el sistema semifeudal del Estado absolutista.
Una tercera escuela de pensamiento sitúa el nacimiento de la nación Española inmediatamente antes de la Constitución de Cádiz, y más en concreto en los albores de la Guerra de la Independencia, cuando el pueblo de Madrid, de manera espontánea y sin que pueda hablarse de un movimiento organizado, empuña las armas (y cualquier cosa que tuviera a mano) para hacer frente al invasor, que en esos momentos intentaba sacar de palacio al único miembro de la Corona que todavía no había sido enviado a Bayona.
Arturo Pérez-Reverte es de los que se apuntan a esta última tesis, y ello pese a que en la novela insiste una y otra vez en que los levantamientos del 2 de mayo -es mejor hablar en plural- no obedecen a una causa común. Es precisamente este empeño en demostrar que la jornada de mayo es casual la que arruina la narración, ya que se presentan los hechos de una forma tan fragmentada que empobrece la lectura y deja a los personajes sin alma.
Una trama que más vale para un guión de cine.
Pasar de un suceso a otro de manera tan veloz provoca el alejamiento del lector de los personajes. Nunca he entendido el éxito de Reverte, pero leyendo Un Día Cólera cabe preguntarse si se puede hablar de literatura cuando la trama está tan atomizada que bien vale para un guión cinematográfico, pero nunca para un relato sostenido en tiempo y forma, que precisa minuciosidad y contexto. No basta con soltar cientos de personajes a la historia para intentar demostrar que no había nadie detrás del chispazo del 2 de mayo. Se puede contar de una manera menos exhaustiva sin que la narración pierda frescura y precisión.
Se empeña igualmente Reverte -la novela está llena de apriorismos- en demostrar que los levantamientos fueron cosa de los albañiles, las meretrices, los quincalleros y toda suerte de chusma que pululaba por las calles de Madrid, y que un día se mosquearon con los gabachos y se levantaron en armas contra ellos. Evidentemente, no podía ser de otra manera. Lo dijo una comisión militar reunida por Fernando VII al acabar la Guerra de la Independencia: “En mayo de 1808 ni teníamos naves, ni ejércitos, ni armas, ni tesoro, ni créditos, ni fronteras, ni gobierno, ni existencia política”.
La España de 1808 no daba para más, por lo que esperar a que la corrupta monarquía de los Borbones liderara la revuelta contra el invasor francés es simplemente ocioso. Y cuando se habla de monarquía se habla de una corte vinculada a la Corona que, por razones obvias, no tenía ninguna capacidad de reacción. No había, por lo tanto, al contrario que en la Francia de 1789, unas clases medias –más o menos ilustradas- capaces de articular una respuesta adecuada a la invasión francesa. Por eso, decir que fueron los menesterosos los que se rebelaron es simplemente una perogrullada.
Un día de Cólera es, sin lugar a dudas, una buena idea -la de retratar lo que dio de si aquella fecha histórica-, pero resulta fallida por ausencia de calor y lo que es peor, cariño.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLo va leer su puta madre. Ya sólo el hecho de que Pérez Reverte declarara que el pueblo se sublevó contra los franceses para reponer la monarquía borbónica muestra su conocimiento del 2 de Mayo. Vamos, que la próxima novela suya será sobre el 23F para decirnos que Juan Carlos se puso delante de los tanques en plan Tian´anmen. En fin, estoy de lacayos y bufones... no os digo hasta dónde.
ResponderEliminarEso es que el tipo éste no se ha leído a Junko, que si no, es capaz de decir que el 2 de mayo fue una rave de desarrapados puestos de farlopa
ResponderEliminarOtro arribista con ganas de pillar pasta de las subvenciones. De momento la Comunidad de Madrid, no sé sabe muy bien por qué, le ha nombrado experto en el 2 de Mayo y le ha comprado el librito como base para el docu-drama que graba Garci. Esto es una puta vergüenza.
ResponderEliminar¿El pueblo de Madrid en defensa de la monarquía borbónica? ¿De esos que entregaron el país? Amosnomejodas...