La
marea de libros de las estanterías de lo
nuevo hace muchas veces olvidar que
entre todos aquellos libros abandonados por las editoriales en los
cuchitriles que acostumbran a ser las librerías de lo
viejo se encuentran grandes obras –y
en ocasiones geniales autores enteros- abandonados a su suerte.
Vonnegut es uno de esos autores abandonado por las editoriales
españolas. El día que lo redescubran habrá alguien que se lleve
mucho dinero con las ventas de los libros. Mientras tanto, sólo
queda rebuscar intentando hacerse con una copia desvencijada de Cuna
de gato, una de las obras cumbre de su
bibliografía.
El
argumento, como casi todos los de las obras del genial Kurt, es
simple: John, un periodista que tras 250.000 cigarrillos y dos
ex–esposas quiere ser llamado Jonás, decide emprender una tarea
nueva: escribir un libro sobre el fin del mundo. En realidad, lo que
Jonás pretende es escribir una historia sobre la vida real de Felix
Hoenikker el día en que se lanzó la primera bomba atómica. Lo
curioso de esta historia reside en que el tal Felix es el padre
de la Bomba.
Las indagaciones sobre los sucesos familiares de ese día le llevarán
al conocimiento de la existencia de una cosa llamada hielo
nueve. Ésta es una nueva sustancia,
inventada por el Dr. Hoenikker, que congela cualquier cosa que esté
por debajo de 45º.
Con
esto sólo nos queda en esta reseña presentarles a otro de los
protagonistas de la novela: el bokononismo.
Es una religión ideada por Bokonon, falso mesías de una isla
caribeña donde reina la dictadura de papi
y a donde Jonás se acercará intentando escribir un artículo para
una revista. El bokononismo
es una religión pretendidamente falsa, cuyos preceptos consisten en
una serie de mentiras y rituales, contradictorios entre sí, surgidos
de la imaginación de un náufrago. Si alguna vez pensó que Vonnegut
era previsible, es que no vio su profundidad.
En
Cuna de gato
el fin del mundo está cerca. Ya te lo dice Jonás al empezar.
Vonnegut tiene ese estilo peculiar a través del cual cuenta las
cosas en presente, que es pasado, y sobre el que los acontecimientos
no importan. Esta técnica no llega en Cuna
de gato al extremo de Galápagos,
donde incluso señalaba con un asterisco al final del nombre a todos
los personajes que fallecerían a lo largo de la historia. En el
estilo de Vonnegut* también había otra constante: ningún
personaje, ninguna persona, es insustancial a la historia. Todos
tienen una historia detrás de él que le hacen ser como es y que
provoca que tengan tanta importancia como los personajes. Es una
opción ética de Kurt* constante en cada línea.
Vonnegut*
se empeña por mostrarnos el cinismo del mundo moderno. El hecho de
que en esta historia cuente con un arma militar –el hielo
nueve- y una religión inventada por él
–el bokononismo-
le permiten jugar con los hilos que sostienen nuestras realidades. No
importa cuánto traiga Ud. en su mochila, disponga a arrojarlo por la
borda y comencemos una carrera nueva, ya que la vida, para el amigo
Kurt* era sólo una pequeña ironía donde lo importante era amar y
ser amado, y no el competir, luchar, herir o pasar desapercibido.
El
humor absurdo, otra constante en sus libros, también nos acompaña
en Cuna de Gato.
Desde el dialecto de la isla caribeña, que se trata del inglés,
pero con un acento raro –divertidísimo ga-a-a-nchuh- hasta la constatación de que
todo esto -la vida, la suerte, la novela- es sólo una broma infinita
de dios contra nosotros. O quizás fuéramos nosotros los bromistas
de un dios sin sentido del humor.
Mire
mis manos. ¿Ve la cuna? ¿Ve el gato? Pues eso.