30 de octubre de 2007

Promesas del Este, de David Cronenberg


Surge en la cartelera una película de la que sabes que han dicho cosas buenas, pero de la que casi no recordabas ni los actores ni el argumento. Aparece sin darte cuenta, sin apenas promoción y con muchas rivales de gran tamaño persiguiéndola en el tiempo y en la impaciencia de ese cineasta que todos llevamos dentro. Es Otoño, el mejor momento para ver cine en la sesión de la madrugada. Cuando al entrar en la sala la noche aún no es heladora y cuando al salir sabes bien que pocos andarán por las mismas calles que tú, dejándote la ahora sí fría acera sólo para vosotros dos, la película y tú.

Si además vienes de ver una película de David Cronenberg la urbana soledad deja de ser tu amiga para convertirse en el enemigo más hiriente que jamás tuviste. La sensación que dejan sus películas es la de encontrarse indefenso ante la impactante realidad. Y Promesas del Este no es una excepción. Es cine del grande, con un ritmo narrativo que no decae en ningún momento y que se mantiene en su intento por hacer cine del bueno, del contenido, del que nos va desgranando los horrores que nos cuenta en su debido momento. No hay que tener paciencia, sino confianza.

Cronenberg no concede tregua al espectador y nada más sentarse éste lo va a comprobar. Dos escenas nos hacen agarrarnos a la butaca para no soltarnos hasta que se enciendan las luces de la sala. Porque no hay quien se atreva a salir a oscuras. Una niña de 14 años llega a una tienda de comestibles en mitad de la noche, pide ayuda antes de mirar hacia el suelo y, al ver la sangre que corre por sus piernas, desmayarse. La niña está embarazada, muere pero antes deja en el mundo a una preciosa niña en brazos de la matrona (una correcta Naomi Watts). En otro lugar de la ciudad, un hombre bien vestido termina con el cuello cortado con una navaja. Vemos cómo deja de respirar, cómo le duele todo aquello, cómo se rinde sabiendo lo que le va a pasar. Estos dos hechos no tienen conexión aparente, poco a poco iremos viendo que sí.

La película nos transporta dentro de la ciudad de Londres, aquella en donde hay gentes de todo el mundo excepto ingleses. Quizás por eso sea tan dura y tan amable a la vez. De los muchos restaurantes que hay allí, Cronenberg nos lleva al del mafioso ruso Seymon, interpretado por un gran Armin Mueller-Stahl. Su interpretación de capo de la mafia rusa en Londres no deja de tener tópicos dentro del género, pero él sabe llevárselo a su terreno, convertirlo en el hombre que todos querríamos tener como jefe, consecuente con su puesto y sabedor de sus responsabilidades. El contrapunto a la sobriedad rusa clásica de Mueller-Stahl se presenta la figura de su hijo, interpretado por una de mis debilidades del cine europeo, el francés Vincent Cassel (lo único que se salva de infames películas como Ocean´s Twelve). Interpretando el papel de Kirill está más que correcto. El personaje es histriónico, inseguro y cretino. El hijo del jefe. Ya sabíamos que borda los papeles de loco violento (El Odio), pero la verdad es que aquí el papel le deja más registros. Junto a ellos dos, el recién llegado Nikolái, interpretado por Viggo Mortensen quien repite en una película de Cronenberg tras Una historia de violencia. Su personaje es el principal de la película a pesar de que el argumento nos haga señas para despistarnos y lleguemos a pensar que es un secundario. Es algo a lo que cualquier espectador puede concluir, si Viggo es la estrella de la película, es indudable que él tendrá el papel principal. Interpreta al chofer de la familia, el criminal recién llegado a Londres y dispuesto a hacerse una carrera dentro de la organización. Su personaje nos deja frases de las que se adentran en el occipital como “Yo sólo chofer, conduzco, izquierda, derecha, sigo recto…”. Pocas veces hace falta decir menos para saber más.

Sostenido por estas interpretaciones, Cronenberg termina por darle el toque necesario a la película. Con unos tonos fotográficos adecuados, cálidos o fríos según corresponda, la película enseña esa ciudad que es Londres como lo que es, una ciudad que es muchas al tiempo. Tan pronto estamos ante un escenario típicamente inglés, como que nos trasladamos al interior de una casa que bien pudiera estar en el centro de Moscú, o a un restaurante de la ciudad de Nueva York, o a una sala de fiestas turca. Cada elemento es tratado con la idoneidad necesaria, y eso se agradece. Junto a la puesta en escena, Cronenberg nos proporciona momentos de los que se quedarán en la retina de todos los que las vean. Los paseos en moto de Naomi Watts por Londres o los mejores lugares del Támesis para tirar cadáveres.

En cuanto a las referencias típicas de este género negro de mafias sin piedad, Promesas del Este da para repartir y tomar. La misma escena antes comentada del degollamiento del hombre bien vestido es ejemplo de la perfección de que hablamos. Pero no nos quedemos ahí. Aún podemos comentar escenas como la reunión de la cúpula rusa mafiosa en el restaurante, con un Viggo Mortensen que se luce. O, sin alejarnos del mismo actor, la escena que marcará definitivamente la película en las retinas del que se acerque a verla, una pelea en un peculiar escenario cuya violencia invita a cerrar los ojos, pero que no es gratuita en ningún momento.

Una gran película de mafias, de esas que gusta ver en la noche Otoñal, cuando las buenas personas ya se han ido a la cama, los crápulas aún están descansando de sus veranos y las calles de la gran ciudad se mantienen abiertas sólo para ti y tus miedos.


24 de octubre de 2007

100 terrones destripados: las 13 rosas


Y por fin, este blog se ha hecho mayor y ha cumplido sus primeras 100 entradas destripando terrones. Terrones, a veces dulces, como el azúcar; a veces amargos como el café que los acompaña. En esta ocasión, el terrón que destripamos es agridulce. Dulce por la preciosa película que a continuación comentaré y agrio por el tema que trata. La película se titula: Las trece rosas y es la historia de esas 13 rosas que fueron cortadas dramáticamente en su juventud por obra y gracia de la represión franquista tras el fin de la guerra civil española.
Ni que decir tiene que este destripador tiene auténtica aberración por el cine español, sin embargo, he de confesar que son más los prejuicios sobre determinados estereotipos vinculados a este cine, que el fruto de una valoración sesuda y justificada. En cualquier caso, el simple hecho de acercarnos este tema que en mi caso particular tiene una significación especial, me picó la curiosidad y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, acompañado de una buena amiga, nos metimos en el cine para disfrutar de esta buena, en mi humilde opinión, película.
Salvo un par de errores en algunos detalles de los escenarios, y alguna que otra bandera (con alguna franja de doble ancho donde no correspondía), que en todo caso son mínimos y en los que un friki como el que escribe únicamente se fija (como alguien me dijo alguna vez: "te fijas en cosas en las que el resto de la humanidad no se fija"), la película está muy bien ambientada. En cuanto a la actuación, uno que tiene bastante prejuicios con los actores jóvenes españoles, se quedó gratamente sorprendido al ver la calidad interpretativa que desplegaban los mismos (incluso Fran Perea, no parecía Fran Perea... muy bien, chaval!!!).
Fuera ya, de la banalidad de mis comentarios en cuanto a las virtudes artísticas del film, y como éste es un blog serio, diré que la actualidad de la película no puede ser mayor, habida cuenta de la manida "Ley de la memoria histórica". Ese proyecto polémico que trata de devolver la dignidad a todos cuantos fueron despojados de ésta a raíz del conflicto bélico de los años 1936-39 en España. En mi opinión, no se trata de abrir heridas, tal y como se ha apuntado desde ciertos sectores - quizás tengan miedo o vergüenza de las miserias del pasado -, sino más bien de devolver, quizás, o de hacer tributo a aquellos que fueron víctimas del conflicto fratricida. En cualquier caso, también es cierto que no se debería hacer bandera política de los muertos de nuestra vergonzosa guerra, ni tan siquiera articular gran parte del discurso y del debate político en torno a éste tema, como así está siendo en la última legislatura y tal vez, se me ocurre, como cortina de humo para no afrontar de manera seria los verdaderos problemas de este país. Memoria histórica, sí, por supuesto; pero en el sentido en el que George Santayana propugnaba, esto es, como el medio por el cual debemos evitar cometer los errores del pasado en el futuro.
Memoria histórica, también, con el objetivo de recuperar el recuerdo de aquellos que perdieron la vida y su futuro por culpa de la guerra.
La película, nos presenta la historia de Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Adelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muñoz García y Luisa Rodríguez de la Fuente. Símbolo y representación de algo, que en ningún caso debió suceder. Sirvan sus ejemplos, como representación de esa memoria histórica, que nunca debe servir para abrir heridas, sino, para, como he dicho antes, evitar cometer los errores del pasado en el futuro. Como dice en la película Blanca Brisac, interpretada por Pilar López de Ayala, "que mi nombre no se borre de la historia". Espero y deseo que las 13 rosas queden en la memoria (histórica, o ahistórica) de todos nosotros. Que así sea.

Salud!!

Para saber más de las 13 rosas, pulsad aquí

23 de octubre de 2007

Black Hole Sun, de Soungarden





En 1994 el sonido que machacaba los oídos no era otro que el grunge. Procediendo de la ciudad norteamericana de Seattle y con los Nirvana de Kurt Cobain como máximo representante, la paternidad de la música estaba repartida entre varias bandas donde figuraba Soundgarden. Este grupo de extrema fuerza y potencia musical logró captar la atención del globo entero cuando realizó este video para su tema Black Hole Sun.

Quizás no sea un clásico en cuanto a videos musicales se refiere, pero la decisión de colocarlo en nuestra sección de mejores videos de la historia responde a que varias de las personas, de mi generación y de otras, con las que he hablado aun no recordando de qué canción o de qué grupo se trataba, sí tenían claro que hubo un video con esta estética, entre el joker de Jack Nicholson y la visión Wonderland de Walt Disney, y que ellos lo habían visto varias veces. La verdad, es indispensable al hablar de este video hacerlo también de los monstruitos Beavis & Butt-Head que durante años lo comentaron para la Mtv. A mí, desde luego, me resulta imprescindible.

22 de octubre de 2007

La extraña que hay en ti, de Neil Jordan

Una locutora de radio es atacada junto a su novio mientras pasea por el parque. Ella termina en la cama de un hospital y él fallece. Noticia que le dan al despertar del coma y al tiempo en el que el temor de volver a ser atacada se instala en su cabeza. Y como la acción se desarrolla en los Estados Unidos, la película transcurre por los cauces normales. Ella acude a la policía, ésta no hace nada, y acto seguido se planta en una tienda de armas para comprar un revólver. Sin mucho esfuerzo, le piden una licencia que un vendedor ambulante no le solicita, se hace con una pistola que no tardará en emplear al verse envuelta, de forma casual, en una reyerta en un supermercado. Dispara, mata al agresor y descubre la extraña que hay en ella. Una mujer que decide tomarse la justicia por su cuenta. Esquema clásico en las sociedades modernas (y/o en el cómic), el de una persona con doble identidad que soporta una enorme carga que comparte con los demás a través de las ondas y de los disparos a sus víctimas. Un miedo que transforma en una ira justiciera para que esa carga vaya desapareciendo al tiempo en el que sus manos dejan de temblar tras cada nuevo disparo.

La dirección de Neil Jordan entra dentro de su línea habitual en el manejo de la violencia, ésta es sólo parte de una circunstancia de la vida. Una consecuencia de lo que somos o de como actuamos, pero sin grandes juicios morales. Se está en el momento y se actúa por eso. Como por ejemplo en su película “Michael Collins”, en la que las circunstancias hacen que los hechos lleguen a consumarse sin poder evitarse. Del mismo modo, plantea la violencia de esta extraña en unos términos carentes de un juicio moral que, sin embargo, cede gustoso al espectador. Un público que según cuentan las crónicas promocionales, aplaudía en los cines de Estados Unidos cada vez que Foster ejecutaba una sentencia de la justicia popular. No es raro, pandilleros, proxenetas, maltratadotes… una colección de las personas más queridas por cualquiera. Una contraposición del bien y del mal, de lo que puede ser considerado un mal acto pero un acto justo y eximiendo a los responsables [guiño, guiño - Teddy Bautista – guiño, guiño]. La justicia en la mano de las víctimas que no encuentran respuestas policiales a sus temores o sus agresiones. Y para que no todo cuadre se contrapone el caso del Detective que investiga el caso y traba amistad con la justiciera: el deseo de este hombre de vengarse que no satisface debido a su honorable sentido de la responsabilidad policial.

Para este planteamiento moral, Jordan se rodea de dos buenos actores. La gran protagonista no podía ser mejor. Qué quieren que les diga, soy fan de Jodie Foster. Creo que es una de las mejores actrices que uno puede ver en la gran pantalla. No sólo por la lista interminable de premios que ha recogido a lo largo de su carrera sino por la elección de las cintas que protagoniza. Bien ordenada y con pocos tropiezos. Incluso la revisión del clásico “Ana y el Rey de Siam”, en su particular “Ana y el Rey”, aunque floja, ella destaca por encima del lujo asiático de los palacios, claro que lo tenía fácil ante el inexpresivo Rey Mongkut interpretado por Yun-Fat Chow. Una Foster que se mete en la piel de Erica como si se tratase de un guante, dentro de una interpretación completa que no deja de aprovechar cada plano para construir un nuevo matiz de su locutora de radio. Evolucionando el personaje del temor y el remordimiento a la seguridad y la complacencia. Apueste por ella como candidata a otro buen número de premios. A su lado está Terrence Howard, buen actor al que pudimos ver en cintas tan interesantes como “Crash” o en “Get Rich or Die Tryin'”, por la que le nominaron al Oscar. Interpreta al Detective que terminará jugando al ratón y al gato con Foster. No se lo pondrá fácil pero antes de la resolución del caso de las víctimas ajusticiadas tendrá que resolver su propio dilema moral: lo que le pide el cuerpo y lo que le dicta su moral. Aunque se trata de una película de dos, haremos un guiño a la participación de Naveen Andrews, conocido por ser uno de los náufragos de la serie de culto “Lost”. Aquí hace de novio de la protagonista, y más que un papel es un cameo, no olviden que muere en los primeros compases de la película. Así que personaje fundamental, si hubiese sobrevivido la cosa no habría terminado de estas maneras.

21 de octubre de 2007

9, de Damien Rice

Músico irlandés de firmes convicciones creativas, abandonó el grupo Júpiter cuando grababa su primer disco por las presiones que la discográfica estaba haciendo para orientar el disco hacia un estilo más comercial, que se dedicó a recorrer Europa con una guitarra bajo el brazo hasta que se encontró lo suficientemente preparado para “O”, su primer disco (publicado en 2002). Un éxito de crítica y “espectáculo”. Sí, espectáculo, las canciones de su primer trabajo circularon por todo tipo de películas y serie de televisión, algunas de gran calidad como es el caso de “Closer” en la gran pantalla o “Urgencias”, “House” o “Perdidos” en la pequeña. [“The blower's daughter” su mayor éxito, no dejen de escucharla] Con esta enorme caja de resonancia detrás en 2006 lanzó su segundo disco, “9”. Un álbum que describiría pero que es mejor que escuchen y disfruten, tanto de Damien como de Lisa Hannigan, también solista y guitarra del grupo.

Si encuentran en alguno de sus distribuidores habituales “Live at Union Chapel” no lo duden, háganse con él. Se trata de un primer trabajo no comercializado y de difícil adquisición por lo que es necesario recurrir a otro tipo de establecimientos [guiño, guiño -Teddy Bautista- guiño, guiño]. Para coleccionistas y fetichistas, que es redundar en lo mismo, ¿no?





17 de octubre de 2007

Sky blue sky, de Wilco

Le dice Winona Ryder, en “The Darwin Awards”, a su compañero, que para ligar con la chica de la barra no tiene más que llevarla al coche y ponerle el corte dos del disco que tiene puesto el cd. “Es Wilco, country del bueno”. La verdad es que yo no sé sí es country y sí es del bueno. Lo que sí sé es que este grupo estadounidense de rock country (y más) lleva muchos años moviéndose por el circuito independiente (o eso que llaman el circuito independiente, que puede ser cualquier cosa) con gran soltura y solvencia. Con toques a lo Miles Davis o Neil Young y calificados por la crítica como los Radiohead estadounidenses, podríamos rescatar casi cualquier disco de la banda para destacarlo en estas recomendaciones breves. Sin embargo nos quedamos con el último, publicado antes del verano, por ser el más reciente y por tratarse de una síntesis perfecta de un estilo que si bien se ha hecho un poco más comercial, no deja de tener pinceladas de varios géneros, pasando por toques de blues, folk o country. Una mezcla que dominan y homogenizan a la perfección. Escuchen el disco seguido, sin pausas, para disfrutarlo con todo su carácter y sentir como canción a canción crece.

Video de la canción “Walken”.


15 de octubre de 2007

Thriller, de Michael Jackson



Aunque a la luz de la edad adulta –o lo que sea en lo que estoy- me de mucha dentera el personaje de Michael Jackson he de confesar que aún veo a ese renacuajo de 3 años merendando pan y chocolate mientras ve cada tarde el video Thriller.

Es uno de los más importantes videos de la historia, incuestionablemente. Fue en su momento un record al costar nada menos que 800.000$ y durar casi 14 minutos, eso sí en la entrada ponemos el video algo reducido -9 minutos-, si alguien quiere la versión larga sólo ha de pinchar aquí. Lo lanzó Michael Jackson en 1983 para promocionar el que terminaría por ser el album más vendido de la historia. Y no cabe duda de que gran parte del éxito se lo debía a un video que ha creado iconografía pop hasta aburrir, la última una versión realizada por presos filipinos.

Jackson intentó repetir el éxito con otros dos videos, Bad, de 1987, y Black or White, de 1991 en el que compartía pantalla con el gordo de Cheers y el niño prodígio Macaulay Culkin -¿he mezclado Michael Jackson y niño prodigio en una entrada? La de búsquedas rara en google en las que vamos a aparecer, verás. El caso es que nada fue lo mismo para Jackson. Thriller es historia del pop en versión video y aquí queda reseñado. Yo, por mi parte, me quedo con esa imagen de Jackson al final del video con los ojos verdes que tanto me gustaba cuando era más pequeño y pensaba que siempre ganaban los buenos. Es decir, nosotros.

14 de octubre de 2007

La gran estafa, de Lasse Hallström

La gran estafa” es una de esas películas de planteamiento inteligente que no termina de desarrollarse como debería. Con un planteamiento ciertamente interesante, un escritor en la más absoluta de las ruinas creativas y sin ninguna consideración por parte de sus editores, se inventa una bonita historia: posee los derechos en exclusiva para escribir una biografía mano a mano con el hombre más poderos del planeta, el misterioso multimillonario Howard Hughes. Y así, un Richard Gere casi desconocido en un cuerpo que no parece el suyo, o eso opinaban las fieles seguidoras que me rodeaban, se mete en la piel de Clifford Irving, el escritor que tomando la técnica de resolución de problemas made in Spain, “la huida hacia delante”, improvisa la redacción de unas memorias de un tipo con el que nunca ha hablado. Algo que sería fácil de detectar por parte de los responsables de la editorial si no fuese porque Hughes lleva años sin aparecer en público presa de sus temores psicológicos (para más información “cinematográfica” sobre el personaje, no dejen de ver la biografía onírica y casi onanista que Scorsese le dedicó en su “El aviador”), por lo que el sistema de comunicación es complejo y pasa siempre por las manos de un Irving habilidoso en la falsificación de la letra de Hughes. Además, y para evitarse la demanda, el escritor cuenta con una enorme ventaja: el multimillonario tiene un fallo judicial en contra por valor de más de 120 millones de dólares por asuntos relacionados con su compañía aérea que se haría efectivo en caso de pisar un juzgado. Toda una suerte para un hombre que se propone crear una biografía de la nada.

Con todos estos ingredientes, la dirección de Lasse Hallström, que resulta muy efectiva en la presentación de los giros arguméntales que van llevando a Gere a tensar la cuerda que sostiene la trampa que ha colocado sobre su editorial, es un poco fallida en el desarrollo del argumento. Sin bien es cierto que podemos poner el cine de engaño como una materia dominada por el director sueco, no podemos decir que domine la continuidad. En algunos momentos el ritmo decae y sólo se recupera por el interés que tiene el espectador en descubrir el final del engaño, más cuando se empieza a desvelar las implicaciones políticas de la historia. Un tramo final que abandona el halo de comedia inteligente (o intelectual) que pretende mantener a lo largo de todo el metraje para sincerarse consigo mismo y formular un desenlace dentro de la óptica comercial para cagarla, como sucede en una infinidad de películas, con un final-pegote sentimentaloide y desprovisto de toda lógica cinematográfica fuera del empeño Disney. ¿Cómo pudo rondar ese terreno Florian Henckel Von Donnersmarck en “La vida de los otros” y bordar el acabado de su historia? Que le pregunte alguien y que luego se lo cuente a Stephen Daldry.

Gere es lo que es. Un actor al que recientemente el festival de Donosita le ha concedido un premio para asegurarse su cuota de pantalla en las televisiones internacionales (cuándo se darán cuenta que lo importante en un festival no es que a un actor le den un premio sino que a la película premiada, el festival le dé un valor añadido y al año siguiente todos intenten colarse en el palmarés, como sucede en Cannes o Venecia) pero que lejos de su profesionalidad dice poco o muy poco. Y créanme, esto de la profesionalidad está lejos de ser un defecto. Muchos no llegan ni a eso, aunque también hay actores y actrices que siendo lo menos profesional de la industria son lo mejor de la misma. En cualquier caso, Gere está correcto, se enfada cuando hay que enfadarse, da la réplica en su marca, se desespera cuando debe, etc. Más o menos igual que sucede con Alfred Molina, al que el gran público recuerda por su paso en la magnífica “Spiderman 2” (sí, he escrito magnífica), pero que cuenta con una dilatada carrera que le hace estar siempre bien y esta no es una excepción. Su personaje, el documentalista torpe de un escritor tramposo, es el típico papel simpático con el que el patio de butaca sintoniza rápidamente y que Molina aprovecha en cada una de sus escenas hasta el punto de dejar en evidencia en más de una a Gere. Del resto de actores y papeles poco que decir, el mundo editorial es retratado con los habituales clichés a los que nos acostumbra el cine (y que seguramente se ajusten a la realidad de manera pasmosa), por lo que en un acartonado mundo, acartonados actores.

No dejen de ver La gran estafa, quédense con lo bueno que se ha dicho aquí y no olviden que la historia está basada en hechos reales y que está contada desde la adaptación de la novela “The hoax”, escrita por Irving (puede que por eso él sale también parado) tras su paso por el mundo de los biógrafos y que resulta sumamente interesante por lo circunstancial. De ser cierta la teoría que describe en la película, ésta serviría para recuperar títulos míticos del cine como “Todos los hombres del Presidente”, y ahí queda este terrón medio destripado. No sea que algún productor termine por denunciarnos por violar los derechos de autor [guiño, guiño -Teddy Bautista- guiño, guiño]. Así que si no les gusta, al menos podrán especular sobre alguna teoría de la conspiración nueva al margen de las habituales divagaciones sobre los infortunios que nos trae la prensa diaria.

9 de octubre de 2007

Del montón, de Sr. Chinarro




No todo van a ser clasicazos en esta sección. Los mejores videos de la historia cuenta con grandes contemporáneos entre sus filas. Hoy nos visita el video de Sr. Chinarro que ilustra su canción Del montón.

Si soy sincero, que voy a serlo, este grupo es una grata sorpresa para mí desde que lo descubrí el año pasado, caminando por la calle de Bravo Murillo en Madrid y escuchando -¡cómo no!- Radio 3. Por cierto, que con tanto mp3 se pierden las buenas costumbres de ir escuchando la radio por la calle como quien no quiere la cosa. No hay parto sin dolor ni hortera sin transistor, que decía mi madre. Bueno, aún lo dice cuando mi padre se dispone a enchufar el Carrusel del domingo, el pobre es del Atleti, como yo. ¡Qué me pierdo! Basta de costumbrismo, que luego lo mezclamos con intelectualismo y nos sale una cosa parecida a los pastiches que escribe Juan Manuel de Prada. Ni con absenta baja, oye.


Este video me sorprendió simplemente por ser el video de un grupo español. La realidad es que los grupos españoles hacen videos que dejan mucho que desear. Ver uno tan elaborado y con unas ideas tan simples pero que funcionan hacen preguntarse por qué la pobre Luz Casal permitió que rodaran la mierda esa en el supermercado de la esquina -creo que lo dirigió Icíar Bollaín. Pues eso, una cosa actual que, en mi humilde opinión, es Historia viva.

PD. No le pierdan la vista al album de Sr. Chinarro llamado El mundo según al que pertenece el tema del video. Sorpresa tras sorpresa.

8 de octubre de 2007

Tower of love, de Jim Noir

Alan Roberts se esconde tras el nombre de Jim Noir, un músico de origen británico que recuerda, pese al esfuerzo promocional de vincularlo con Ray Davies, a The Beatles en más de un acorde. Mezclado con un poco de lo psicodélico de los sesenta y un mucho de lo eléctrico de finales de los noventa, con la fortuna de colocar dos temas en el campo de la publicidad (“Easy meany y “In the kay of C.”, Noir estrenó el pasado año su carrera discográfica con “Tower of love”, en el que recogía parte de sus singles previos vendidos a través de la web. Un disco para escuchar en segundo plano y aprenderse de memoria sin proponérselo, entre otras cosas porque recuerda tanto a algo escuchado que “los pasos de baile” ya los conocemos. Sin embargo, y pese a esta pequeña puya, no dejen de escucharlo. Les gustará.


In the mind of Jamie Cullum, VV.AA.

Me encuentro, vía casualidad, con un disco titulado “In the mind of Jamie Cullum”, un extraño homenaje del cantante y pianista a sus favoritos de siempre. Un recorrido de extraño gusto y variado contenido que nos llevará por el siempre hipnótico “I think it's gonna rain today” de Nina Simone o “Station approach” de Elbow. No olvida temas de sonido electrónico e intrascendentes como “Acid Eiffel” de Laurent Garnier o el más puro jazz de la mano de Charles Mingus con su “Fables of faustus”. Eso sí, sin dejar de incluir un par de canciones con el habitual paréntesis que dice previously unreleased para dar un mayor empaque de cara a la estantería del centro comercial.




1 de octubre de 2007

Addicted to Love, de Robert Palmer






Si no puse este video de Robert Palmer para inaugurar la sección no fue porque no lo mereciera. Si pienso en la música de los 80, en el Rock de mi infancia, siempre mantengo la imagen de que todos tenían la elegancia de Robert Palmer.

El video supuso un momento álgido de la música ochentera. Es un icono del rock hasta el punto de que ha sido ampliamente copiado. Entre los que plagiadores -antento Teddy- estaban el mismo Palmer con un anuncio para Pepsi y Shania Twain -el video de esta última que se puede ver pinchando el enlace parece un diálogo a través de los años con el propio Palmer... hasta las guitarras suenan igual.

Disfrútenlo igual que lo hago yo, con la piel de gallina cada vez que Palmer dice eso de Addicted to love y sabiendo que rendimos homenaje al gran Robert, fallecido en 2003.